La inyección de capital es un espaldarazo del Centro de Investigaciones para el Desarrollo Internacional del Canadá y la Oficina de Asuntos Globales de ese país, a las investigaciones lideradas por la docente de la U.N. Teresa Mosquera Vásquez, que buscan mejorar las condiciones alimentarias, a partir de la optimización de la papa criolla. El respaldo financiero también busca fomentar la autonomía de las comunidades agrarias, pues se espera que parte del mismo promueva la construcción de escuelas comunitarias de agricultura.
Se trata de un modelo integral que permitirá escalar la producción de papas más nutritivas en Colombia. En esencia, el modelo consiste en fortalecer la formación de los agricultores, para que puedan reemplazar la mitad del área cultivada de papa amarilla, con la siembra de nuevas variedades más nutritivas.
La nueva criolla, producida por la U.N., consiste en un tubérculo con mayores contenidos de hierro, zinc, fibra dietaria y otros compuestos que protegen la salud. Estas propiedades resultan relevantes en un mundo signado por el aumento poblacional y la creciente demanda de alimentos.
Según los agricultores, esta criolla ofrece un 18 % más de ingresos que los obtenidos con las amarillas tradicionales, además de resistencia a la gota, principal enfermedad de la papa. Al “Fondo canadiense de investigación internacional de seguridad alimentaria” (CIFSRF) lo ha seducido la integralidad del proyecto.
La U.N. trabaja con un enfoque educativo, pues le está proponiendo al país la construcción de “Escuelas comunitarias para la agricultura familiar”, un enfoque de dieta diversa para los colegios, que implica sinergias con entidades públicas y privadas.
La apuesta consiste en determinar “cómo nos funciona este modelo en Colombia y en si puede ser replicado en regiones con situaciones similares a la nuestra, como algunos países de América Latina o, incluso, de Asia o África”, explica la bióloga Teresa Mosquera.
La integralidad del proyecto se ha reflejado en la composición del equipo de investigación, pues en él participan químicos, trabajadores sociales, profesionales en nutrición de la Facultad de Medicina y biólogos de la Facultad de Agronomía y Desarrollo Rural.
Actualmente, la U.N. está trabajando, de forma directa, en los municipios de Túquerres, Ipiales, Pasto, Guachucal y Cumbal (Nariño), así como en Pasquilla (Cundinamarca), una zona rural ubicada en las afueras de Bogotá. La inversión cubrirá la labor con cerca de 650 agricultores de la zona rural de Bogotá, y de las poblaciones nariñenses mencionadas.
Según Teresa Mosquera, es vital la generación de autonomía y confianza dentro del proyecto, pues es menester que la gente no solo adopte las papas y las consuma, sino que genere agroempresas sostenibles. A través de las escuelas para la agricultura familiar, se busca interiorizar modelos BPA (Buenas Prácticas Agrícolas) y educar en emprendimiento, seguridad alimentaria, nutrición, buenos hábitos alimenticios y, sobre todo, en el trabajo. Se quiere destacar el papel de la mujer en la familia como eje transversal y, asimismo, trabajar en la diversidad de la dieta, a través de las huertas caseras.
”Pese a sus bondades, nuestras papas no son mágicas, tienen que estar unidas a otros aspectos fundamentales de la alimentación”, puntualiza la investigadora.
