FoodNewsLatam - Huapilla artesanal, el oro líquido de Pueblo Viejo que merece llegar a todo México

Huapilla artesanal, el oro líquido de Pueblo Viejo que merece llegar a todo México

México Bebidas

Tradición, salud y sabor en una bebida que podría revolucionar el mercado nacional. En medio del sofocante calor del norte veracruzano, los habitantes de Pueblo Viejo encuentran un respiro en una bebida refrescante, natural y con propiedades medicinales: la huapilla.

 

Esta bebida artesanal, fermentada con esmero y vendida directamente en las calles por Aniceto Hernández Díaz, ha pasado de ser una tradición local a perfilarse como un producto con potencial para conquistar el mercado nacional de bebidas naturales.

Aniceto “Cheto” Hernández, como lo conocen todos en la región, recorre las colonias, los mercados y los puntos más concurridos del municipio a bordo de un triciclo de carga equipado con una gran hielera. Desde ahí, ofrece su famosa huapilla fría en botellas de un litro. Su voz enérgica anuncia su llegada y, en cuestión de minutos, vecinos de todas las edades se acercan para comprar lo que muchos consideran no solo una bebida refrescante, sino un remedio natural.

Más que un refresco: una bebida funcional
La huapilla
, elaborada a partir de una fruta local que Aniceto fermenta diariamente, es reconocida por sus beneficios para la salud. Según explica, ayuda a prevenir cálculos renales, desinflama, limpia las vías urinarias y alivia diversos malestares digestivos. Además, su efecto hidratante y su sabor ligeramente ácido la convierten en la opción preferida durante la temporada de calor.

El proceso de elaboración es completamente artesanal. Aniceto extrae el concentrado de la fruta, lo mezcla con agua, ajusta el azúcar dependiendo de la acidez natural del fermento y al día siguiente lo embotella. No utiliza conservadores ni colorantes artificiales, lo que refuerza su valor como una bebida saludable y alineada con las tendencias actuales de consumo consciente.

Una historia que fermenta identidad
La historia de Aniceto en Pueblo Viejo se remonta a hace más de sesenta años, cuando llegó desde San Vicente Tancuayalab, San Luis Potosí. Desde entonces ha trabajado en numerosos oficios, pero fue hace unos ocho años cuando decidió emprender con la huapilla. Con el tiempo, se ganó el reconocimiento como “el hombre de la huapilla”, un personaje entrañable que forma parte del paisaje cotidiano de la ciudad.

Lo que comenzó como una alternativa de sustento se ha convertido en un emprendimiento local con fuerte arraigo cultural. Para muchos, tomar huapilla no es solo una forma de refrescarse, sino un acto de conexión con las raíces del norte veracruzano, con su tierra, su gente y su tradición.

El futuro: de las calles al anaquel
La huapilla fría, con su sabor único y propiedades funcionales, representa una oportunidad que va más allá de lo local. En un país donde la industria de bebidas naturales y saludables está en auge, productos como el de Aniceto tienen el potencial de integrarse a cadenas de distribución más amplias. Hoy más que nunca, el mercado valora ingredientes autóctonos, procesos artesanales y productos con historia. La huapilla reúne todos estos elementos.

Para lograrlo, sería necesario desarrollar procesos de producción estandarizados, garantizar condiciones sanitarias óptimas, establecer alianzas con distribuidores regionales y registrar la bebida como marca. Esto permitiría conservar la esencia del producto sin sacrificar la calidad, y al mismo tiempo, abrirle las puertas a ferias gastronómicas, mercados orgánicos y tiendas de productos naturales a nivel nacional.

Además, su perfil como bebida funcional podría atraer a consumidores preocupados por su salud, deportistas, personas con dietas especiales o simplemente aquellos que buscan alternativas a los refrescos industriales. Integrar la huapilla a la industria de bebidas de México no solo diversificaría la oferta, sino que contribuiría a revalorizar los saberes tradicionales del país.

Un legado con sabor a futuro
Mientras pedalea por las calles de Pueblo Viejo, Aniceto no solo vende una bebida: preserva una tradición, ofrece salud en cada litro y siembra la semilla de una transformación mayor. En un momento en que México busca reconectar con sus raíces y promover el consumo responsable, la huapilla puede ser la embajadora perfecta de un futuro donde lo artesanal y lo saludable vayan de la mano.

El reto es llevarla más allá del pueblo, sin que pierda su alma. Porque detrás de cada botella fría hay una historia, una comunidad y un país con sed de identidad. Y ahí, la huapilla tiene mucho por ofrecer.

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