FoodNewsLatam - Alimentos y bebidas en México enfrentarán presiones de precios en 2026

Alimentos y bebidas en México enfrentarán presiones de precios en 2026

México Procesos / Envases

El 2026 no llegará con sobresaltos inesperados para la industria de alimentos y bebidas en México, sino con advertencias claras que ya están incorporándose en los planes financieros y comerciales del sector. El ajuste de impuestos especiales, el aumento sostenido del salario mínimo y una inflación que avanza con lentitud hacia la estabilidad configuran un entorno de costos crecientes que impactará, de manera gradual pero constante, a productos de consumo cotidiano.

Uno de los efectos más visibles se dará en el mercado de bebidas azucaradas. A partir de 2026, el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) aplicable a refrescos y bebidas saborizadas prácticamente se duplicará, al pasar de alrededor de 1.64 pesos a poco más de 3 pesos por litro. En términos comerciales, esto implica que una botella de dos litros podría encarecerse entre 3 y 6 pesos, dependiendo de la estrategia de absorción de costos de fabricantes y detallistas. Para un mercado como el mexicano, donde el consumo per cápita de refrescos es de los más altos de la región, el impacto será inmediato en volumen y en mezcla de presentaciones.

La evidencia respalda que los incrementos en el precio de bebidas con alto contenido de azúcar reducen el consumo, especialmente cuando los ajustes son sostenidos en el tiempo. Estudios de nutrición y salud pública en México han mostrado una disminución en la compra de bebidas gravadas tras aumentos previos del IEPS, aunque con desplazamientos hacia presentaciones más pequeñas o promociones cruzadas. Para la industria, esto acelera la necesidad de diversificar portafolios hacia bebidas con menor carga calórica o con perfiles funcionales.

Los alimentos procesados también enfrentarán presiones relevantes. El aumento del salario mínimo, que en los últimos años ha crecido por encima de la inflación, eleva los costos laborales en plantas de procesamiento, centros de distribución, supermercados y tiendas de conveniencia. Aunque el objetivo es fortalecer el ingreso real de los trabajadores, el efecto económico es un incremento en el costo unitario de producción y comercialización de panificación industrial, botanas, cereales listos para consumir y alimentos preparados.

En el segmento de alimentos frescos —lácteos, cárnicos, frutas y verduras— el impacto proviene principalmente del encarecimiento de insumos. Factores como el precio de granos para alimentación animal, materiales de empaque, energía utilizada en refrigeración y transporte, así como logística de última milla, presionan los márgenes. En México, donde la cadena agroalimentaria combina producción local con importaciones estratégicas, los ajustes de precios tienden a ser escalonados y diferenciados por región.

La industria de alimentos y bebidas fuera del hogar tampoco queda al margen. Restaurantes, cafeterías y servicios de comida rápida operan con estructuras de costos sensibles a la mano de obra. Los incrementos salariales y el mayor costo de insumos obligarán a revisar precios, porciones o composiciones de menú. Desde un punto de vista comercial, muchas empresas ya evalúan estrategias de eficiencia operativa, estandarización de procesos y mayor uso de proveedores nacionales para contener el traslado total al consumidor.

La inflación completa el escenario. Aunque las proyecciones oficiales anticipan niveles moderados, cualquier repunte impacta directamente en los precios finales y en la planeación financiera. Para la industria de alimentos y bebidas en México, el desafío de 2026 no será enfrentar un solo aumento, sino gestionar la suma de ajustes graduales que, acumulados, redefinirán el comportamiento del mercado y las decisiones de consumo.

|