La Comisión Permanente del Congreso de la Unión aprobó recientemente un exhorto dirigido a la Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) para evaluar el riesgo sanitario del uso de colorantes artificiales como Rojo 40, Amarillo 5 y Amarillo 6 en alimentos y bebidas dirigidos a menores de edad.
Este llamado ocurre en un contexto internacional donde nuevas herramientas biotecnológicas han facilitado la identificación de posibles efectos adversos de estas sustancias sobre la salud infantil.
El punto de acuerdo solicita a las autoridades sanitarias mexicanas realizar una evaluación científica y exhaustiva del impacto de estos colorantes, los cuales han sido restringidos o eliminados de productos infantiles en países como Estados Unidos, España, Reino Unido y varios de la Unión Europea. La medida surge tras una revisión de estudios que vinculan el consumo de colorantes sintéticos con déficit de atención, alteraciones neurológicas, reacciones alérgicas, desequilibrios en la microbiota intestinal y, en casos prolongados, con ciertos tipos de cáncer.
La ciencia detrás de la alerta
Durante los últimos años, la biotecnología ha desempeñado un papel fundamental en la evaluación toxicológica de aditivos alimentarios. Gracias a técnicas como el análisis transcriptómico, cultivo de órganos en chips, y modelado in silico de interacciones químicas, los investigadores han podido observar cómo los colorantes afectan directamente el desarrollo neurológico, inmunológico y gastrointestinal en etapas tempranas de la vida.
Además, estudios en microbiota intestinal infantil, apoyados por herramientas de secuenciación genética, han revelado que estos compuestos pueden alterar la composición bacteriana benéfica del intestino, lo cual tiene implicaciones en la absorción de nutrientes, el sistema inmunológico y la respuesta metabólica.
También se ha demostrado, mediante ensayos con líneas celulares humanas y animales modificadas genéticamente, que algunos de estos colorantes pueden inducir estrés oxidativo y afectar vías metabólicas clave, lo que incrementa el riesgo de enfermedades crónicas a largo plazo.
Medidas internacionales como referencia
Uno de los argumentos principales del Congreso mexicano es que, a diferencia de países como Estados Unidos, México no exige advertencias visibles ni etiquetas específicas que alerten sobre el uso de estos colorantes en productos dirigidos a la población infantil. En contraste, la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.) anunció en abril de 2025 la prohibición progresiva de seis colorantes sintéticos, incluidos los tres que ahora se evalúan en México.
Empresas como Mars, PepsiCo, General Mills y Kellogg deberán reformular productos como cereales, dulces multicolores, snacks y bebidas infantiles antes de enero de 2027 para alimentos y enero de 2028 para medicamentos bebibles. Estas acciones se basan en estudios respaldados por evidencia científica generada con apoyo de herramientas de bioinformática, biología molecular y análisis computacional toxicológico.
México avanza en la protección de la infancia
El diputado federal Juan Ángel Flores Bustamante, quien participó en la discusión del punto de acuerdo, subrayó que este tipo de medidas buscan hacer valer el principio constitucional de protección de la infancia y dar cumplimiento a los compromisos internacionales de México, como la Convención sobre los Derechos del Niño.
“Los menores están expuestos a productos diseñados para ser llamativos, pero que contienen sustancias que hoy sabemos —gracias a la ciencia— que pueden afectar su desarrollo físico y cognitivo. No podemos ignorar esa evidencia”, enfatizó.
Un llamado a la acción regulatoria y científica
El exhorto del Congreso también subraya la necesidad de que Cofepris y la Secretaría de Salud trabajen en conjunto con instituciones académicas, laboratorios y centros de investigación para fortalecer la vigilancia sanitaria y fomentar el uso de tecnologías emergentes que permitan tomar decisiones basadas en evidencia. Se espera que esta evaluación abra la puerta a una regulación más estricta, y que impulse también la innovación en el desarrollo de colorantes naturales o biocompatibles como alternativas viables para la industria alimentaria. En un momento donde la salud infantil está en el centro del debate público y la ciencia ofrece herramientas poderosas para anticipar riesgos, México podría dar un paso clave para garantizar alimentos más seguros, transparentes y saludables para sus niñas y niños.