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Bebidas deportivas en América Latina, ¿realmente necesitamos electrolitos?

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En 2025, el consumo de bebidas deportivas con electrolitos sigue creciendo de forma acelerada en América Latina. Impulsadas por el auge del ejercicio físico, el entrenamiento funcional, las temperaturas extremas y las campañas de marketing que asocian estas bebidas con salud y rendimiento.

Muchas personas las consumen incluso fuera del contexto deportivo. Pero, ¿realmente son necesarias para todos?. Según un informe de The New York Times, el mercado global de bebidas electrolíticas alcanzó un valor de 38.000 millones de dólares en 2024, y América Latina ha sido una de las regiones con mayor crecimiento.

Países como Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú han visto un aumento sostenido en la venta y consumo de estas bebidas no solo entre atletas profesionales, sino también entre jóvenes, oficinistas y personas que buscan hidratarse "mejor".

Las bebidas deportivas están formuladas con electrolitos —minerales como sodio, potasio, calcio y magnesio— que tienen un rol fundamental en el organismo: regulan la hidratación celular, el ritmo cardíaco, la función muscular y nerviosa. Según la doctora Amy West, especialista en medicina deportiva, los electrolitos ayudan a que los líquidos entren y salgan de las células correctamente y mantienen el equilibrio de fluidos en el cuerpo, algo importante cuando se pierde agua por sudor.

No obstante, la mayoría de las personas no necesita reponer electrolitos con una bebida especial para mantenerse saludables. “Incluso si haces ejercicio intenso o entrenas con calor, beber agua cuando se tiene sed es suficiente en la mayoría de los casos”, afirma Heidi Skolnik, nutricionista deportiva del Hospital de Cirugía Especial de Nueva York.

De hecho, nuevas investigaciones han desafiado muchas de las creencias que surgieron en los años 90, cuando se recomendaban bebidas ricas en sodio para actividades físicas prolongadas. Estudios más recientes han demostrado que, aunque se pierde sodio al sudar, el cuerpo tiene mecanismos eficientes para mantener su concentración en la sangre. Incluso en condiciones extremas, los atletas no reportan mejoras significativas en el rendimiento cuando toman bebidas con electrolitos frente a agua simple, según diversos estudios recogidos por el académico Ricardo Da Costa, de la Universidad Monash, en Australia.

Entonces, ¿por qué su consumo sigue creciendo en América Latina?

La respuesta está, en parte, en el marketing. Las marcas de bebidas deportivas han logrado posicionar estos productos como “más saludables” o “más completos” que el agua, cuando en realidad muchos de ellos contienen niveles de azúcar similares a los de una gaseosa. Esa percepción errónea ha hecho que se consuman como bebidas refrescantes, sin actividad física de por medio.

Los expertos recomiendan precaución: antes de elegir una bebida deportiva, es importante leer la etiqueta nutricional y verificar el contenido de azúcares y calorías. Para quienes no hacen actividad física exigente, estos productos pueden ser innecesarios o incluso contraproducentes.

Además, los electrolitos se pueden recuperar fácilmente con una alimentación equilibrada. Comidas cotidianas que incluyan frutas, vegetales, nueces, granos integrales y lácteos contienen los minerales necesarios para reponer lo perdido a través del sudor. No es necesario acudir a soluciones industrializadas si no se está sometido a un entrenamiento de alta exigencia.

En conclusión, las bebidas deportivas con electrolitos pueden tener un papel útil en contextos específicos, como deportes de resistencia, entrenamientos prolongados o climas extremos. Pero para la mayoría de las personas en América Latina, su consumo responde más a una moda o influencia publicitaria que a una necesidad fisiológica. Hidratarse sigue siendo vital, pero el agua pura es, en muchos casos, la mejor elección.

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