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Alimentos bajo sospecha: lo que la OMS advierte sobre los posibles cancerígenos en la dieta diaria

Internacional Bioseguridad

La educación alimentaria y la transparencia en el etiquetado de los productos se han vuelto esenciales para ayudar a los consumidores a tomar decisiones más conscientes y proteger su salud. Saber qué alimentos o ingredientes tienen potencial cancerígeno permite reducir riesgos y adoptar hábitos de prevención más eficaces.

En julio del año pasado, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), incluyó al aspartamo, uno de los edulcorantes artificiales más utilizados, en la categoría 2B, es decir, como “posiblemente cancerígeno para los humanos”. La decisión reavivó el debate sobre los riesgos de ciertos componentes comunes en la dieta moderna, que van desde edulcorantes hasta carnes procesadas o bebidas alcohólicas.

Aspartamo: un edulcorante bajo la lupa

Desde su introducción en los años 60, el aspartamo ha sido un sustituto popular del azúcar, presente en gaseosas light, chicles y productos “sin azúcar”. Sin embargo, investigaciones recientes han sugerido un posible vínculo con el carcinoma hepatocelular, un tipo de cáncer de hígado. Aunque la OMS reconoce que la evidencia aún es limitada, mantiene una ingesta diaria admisible de 40 mg por kilo de peso corporal. Pese a ello, los expertos aconsejan moderar su consumo y optar por alternativas naturales cuando sea posible.

Carnes rojas y procesadas: un riesgo comprobado

Las carnes rojas (res, cerdo, cordero) están clasificadas por la IARC como “probablemente cancerígenas” (grupo 2A), principalmente por su asociación con el cáncer colorrectal, de páncreas y próstata. El hierro hemo presente en estos alimentos podría promover la formación de compuestos dañinos en el organismo. La OMS recomienda no superar los 500 gramos por semana.

En el caso de las carnes procesadas, como embutidos, tocino y jamón, el riesgo es mayor. Están en el grupo 1, es decir, hay evidencia concluyente de su relación con el cáncer, especialmente colorrectal. Su elaboración implica la formación de nitrosaminas y otros compuestos carcinógenos durante el curado y cocción. Los especialistas coinciden: lo mejor es limitar o evitar su consumo habitual.

Ultraprocesados y bebidas alcohólicas

Aunque los alimentos ultraprocesados —como snacks, galletas o comidas rápidas— no figuran directamente en la clasificación de la IARC, su alto contenido en aditivos, grasas saturadas y azúcares los convierte en factores indirectos de riesgo. Su consumo frecuente está asociado a obesidad, inflamación crónica y alteraciones metabólicas, condiciones que aumentan la probabilidad de desarrollar cáncer.

El alcohol, por su parte, cuenta con una evidencia sólida: es cancerígeno. La OMS lo relaciona con tumores de boca, garganta, hígado y mama. No existe un nivel completamente seguro, pero se sugiere que los hombres no superen dos copas diarias y las mujeres, una.

Bebidas muy calientes

Curiosamente, incluso las bebidas muy calientes (más de 65 °C) se incluyen en el grupo 2A por su relación con el cáncer de esófago. Por ello, se recomienda dejar enfriar el café o las infusiones antes de consumirlas.

Finalmente, los especialistas subrayan que no se trata solo de eliminar alimentos, sino de construir un patrón alimentario equilibrado. Una dieta rica en frutas, verduras, granos integrales y proteínas magras, combinada con actividad física y bajo consumo de ultraprocesados, sigue siendo la mejor estrategia para reducir el riesgo de cáncer y promover una vida más saludable.

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