Uruguay alcanzó en 2024 un récord en exportaciones de maquinaria agroindustrial, con un valor total de US$ 1,2 millones, superando el máximo anterior registrado en 2011. Este hito representa un crecimiento del 34% en comparación interanual y marca una consolidación clave para el sector manufacturero vinculado a la producción de alimentos y bebidas.
La recuperación de este segmento, impulsada por la acción conjunta de más de 50 empresas, se dio luego de años de desaceleración ocasionada por la pandemia de COVID-19 entre 2020 y 2022. El repunte en 2023 permitió no solo restablecer el volumen comercial perdido, sino también ampliar la presencia de maquinaria uruguaya en nuevos mercados internacionales.
La maquinaria agroindustrial, que incluye desde mixers y cisternas hasta tecnología para la industria forestal, ha resultado clave para mejorar los procesos de cosecha, almacenamiento y procesamiento de materias primas utilizadas en la elaboración de alimentos y bebidas. La diversificación de productos exportados responde a una creciente demanda de soluciones tecnológicas que optimicen la cadena productiva agroalimentaria.
Históricamente, las exportaciones se han concentrado en la región, principalmente en Argentina, Paraguay y Brasil. No obstante, en 2023 y 2024 se concretaron envíos a destinos extrarregionales como Australia, España y Angola, ampliando el alcance de la industria uruguaya. En el primer cuatrimestre de 2025, Paraguay absorbió el 62% de las ventas, seguido por Argentina (22%) y Ecuador (16%).
Uno de los momentos clave para la internacionalización del sector fue la participación por primera vez con un stand institucional en la feria Agroactiva, en Argentina, donde cinco empresas uruguayas presentaron su oferta. La presencia fue coordinada por la Cámara Uruguaya de Fabricantes de Maquinaria para Agroindustria (CUFMA) —nuevo nombre que refleja la orientación hacia alimentos y bebidas— con el respaldo de Uruguay XXI y la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE). Las reuniones bilaterales con cámaras industriales argentinas fortalecieron la proyección regional del sector.
Actualmente, el rubro emplea a 273 personas, distribuidas en 53 empresas, de las cuales 39 son microempresas. El 16% del personal son mujeres, y el 84% hombres. La mayoría de las empresas están localizadas en el interior del país, destacando polos de actividad industrial en regiones agroproductivas.
Los más de 400 implementos fabricados incluyen maquinaria esencial para el procesamiento de alimentos: sistemas de riego, tolvas, silos, tanques, transportadoras de granos, embolsadoras y cosechadoras. Estas herramientas son fundamentales para mejorar la eficiencia en las etapas de cultivo, cosecha y acondicionamiento, lo que impacta directamente en la calidad y seguridad alimentaria.
El marco normativo también ha favorecido el crecimiento del sector. El Decreto 124/019 exonera de impuestos a la importación de componentes para maquinaria agroindustrial, mientras que el Decreto 394/022 establece beneficios fiscales adicionales para las empresas fabricantes, incluyendo exoneraciones parciales del Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas (IRAE).
Con este impulso, Uruguay se posiciona como un actor emergente en el desarrollo de maquinaria agroindustrial, clave para el fortalecimiento de su industria de alimentos y bebidas.
El desarrollo de maquinaria específica para la agroindustria alimentaria permite a Uruguay avanzar hacia una producción más tecnificada, eficiente y sostenible. Equipos como los mixers utilizados en plantas de balanceado, sistemas de riego automatizados para cultivos hortofrutícolas y estructuras para el manejo de ganado —clave en la producción de carne y lácteos— han elevado los estándares del sector. Además, tecnologías aplicadas al envasado, transporte y conservación de alimentos procesados permiten responder a las exigencias de calidad e inocuidad de los mercados internacionales.
Esta sinergia entre innovación industrial y necesidades agroalimentarias fortalece no solo la competitividad del país en exportaciones, sino también su capacidad de garantizar valor agregado en origen y mayor integración de la cadena agroindustrial.