El plátano (Musa acuminata), una de las frutas más consumidas a nivel global, es reconocido por su aporte de carbohidratos de rápida absorción, fibra dietética, potasio, vitamina C y compuestos bioactivos como la dopamina y la catequina.
Sin embargo, presenta una limitación importante: la rápida oxidación enzimática de su pulpa tras el corte o daño mecánico, fenómeno que provoca el oscurecimiento y pérdida de textura, reduciendo su atractivo para el consumidor y acelerando el deterioro nutricional.
En respuesta a este problema, un equipo de biotecnólogos en Alemania, en colaboración con la empresa británica Tropic, ha desarrollado una variedad del plátano Cavendish modificada genéticamente que retrasa significativamente el oscurecimiento. El proyecto utilizó la técnica Gene Editing Induced Gene Silencing (GEiGS), un sistema de edición y silenciamiento génico basado en mecanismos de ARN de interferencia. Este procedimiento permite desactivar de manera específica los genes que codifican la polifenol oxidasa (PPO), la enzima responsable de catalizar la oxidación de fenoles a quinonas, compuestos que posteriormente reaccionan para formar melaninas, responsables del color marrón.
La inhibición de la PPO no altera otras funciones fisiológicas de la fruta y, según las pruebas de laboratorio, mantiene el color y la textura de la pulpa durante varias horas más que el plátano convencional, sin comprometer su sabor ni su perfil nutricional. Este avance no solo tiene implicaciones para el consumo en fresco, sino también para la industria de alimentos procesados, al facilitar la incorporación del plátano en ensaladas de frutas, postres y bebidas sin riesgo de oscurecimiento prematuro.
Además, Tropic ha desarrollado una variante complementaria con un retraso en la maduración de hasta 10 días durante la fase postcosecha, logrando una prolongación de la vida comercial. Esto tiene un impacto directo en la cadena de suministro global, ya que permite transportar la fruta a largas distancias con menores pérdidas y menos uso de atmósferas controladas o refrigeración intensiva, reduciendo así la huella de carbono asociada al transporte.
Desde una perspectiva ambiental, este desarrollo podría disminuir de forma considerable el desperdicio alimentario. Según la FAO, cada año se desperdician más de 1.3 mil millones de toneladas de alimentos, y una fracción significativa corresponde a frutas y verduras descartadas por motivos estéticos pese a estar aptas para el consumo.
En términos de seguridad alimentaria, tanto Estados Unidos como Canadá han aprobado el consumo de esta variedad, dado que el método de edición no incorpora material genético de otras especies, sino que modula genes propios del plátano. Especialistas consideran que este tipo de biotecnología abre el camino hacia cultivos más resistentes a plagas, con mayor estabilidad poscosecha y con beneficios directos para productores, distribuidores y consumidores.