En un escenario global cada vez más complejo —marcado por crisis sanitarias, conflictos geopolíticos y el cambio climático—, Chile enfrenta una oportunidad estratégica única: consolidarse como referente en seguridad e inocuidad alimentaria.
En este contexto, la ingeniería en alimentos emerge como una disciplina fundamental para fortalecer la soberanía alimentaria, reducir la malnutrición y generar valor agregado, posicionando al país en las cadenas globales de suministro de alimentos seguros y sostenibles.
Chile posee una ventaja geográfica y climática excepcional, con una extensa costa y gran diversidad agroclimática, que lo han convertido en un actor relevante en la exportación de materias primas. No obstante, el verdadero potencial está en transformar esa capacidad productiva en alimentos elaborados que cumplan con altos estándares de inocuidad, calidad y sostenibilidad, elevando el posicionamiento del país en los mercados internacionales.
1. Inocuidad y geopolítica alimentaria
La pandemia del COVID-19 y conflictos como la guerra en Ucrania han evidenciado que los alimentos son tan estratégicos como la energía. En ese marco, la inocuidad alimentaria se vuelve un elemento crítico. Chile debe:
- Diversificar mercados, pasando de exportar commodities a ofrecer productos procesados con certificaciones sanitarias reconocidas a nivel global.
- Fortalecer la autosuficiencia, desarrollando tecnologías de conservación y control de calidad frente a escenarios de escasez hídrica, eventos climáticos extremos o disrupciones logísticas.
- Reforzar su influencia internacional como proveedor confiable de alimentos inocuos, utilizando su red de tratados comerciales como plataforma de acceso preferencial.
- Ejemplos como Países Bajos, que han hecho de la ciencia de alimentos una política de Estado, demuestran que el desarrollo no depende solo de territorio, sino de visión y estrategia.
2. Desafíos nacionales: salud pública y sostenibilidad
Chile enfrenta una doble carga nutricional: altos índices de obesidad y persistencia de desnutrición en grupos vulnerables. Se estima que en 2025, el 83% de los adultos tendrá un IMC elevado, y un 42% presentará obesidad (World Obesity Atlas).
- Los ingenieros en alimentos, con una mirada centrada en la inocuidad y calidad, pueden contribuir a:
- Reformulación de productos, reduciendo el uso de sellos de advertencia mediante tecnologías que mantengan atributos sensoriales y nutritivos sin comprometer la seguridad.
- Desarrollo de alimentos accesibles y seguros, utilizando materias primas locales como legumbres o algas, bajo procesos higiénicos estandarizados.
- Promoción de la cultura de inocuidad, transversalizando estándares desde la producción hasta el consumo.
- Asimismo, el uso eficiente de recursos mediante economía circular —por ejemplo, aprovechando residuos agroindustriales— permite innovar en alimentos funcionales o empaques biodegradables con inocuidad asegurada.
3. El rol del Estado: reconocimiento, regulación y formación
El Estado chileno debe avanzar en tres frentes clave:
- Regulación: Incluir a los ingenieros en alimentos en cargos públicos vinculados a inocuidad, control de calidad y normativa, asegurando perfiles técnicos en áreas sensibles.
- Educación: Unificar un eje curricular nacional para la carrera de ingeniería en alimentos, formando profesionales capaces de liderar procesos seguros en toda la cadena alimentaria.
- Internacionalización: Impulsar alianzas estratégicas con centros de excelencia global como Wageningen University, promoviendo investigación y buenas prácticas en inocuidad alimentaria.
La inocuidad alimentaria no es solo un requisito técnico: es una herramienta de desarrollo, salud pública y proyección internacional. Reconocer a los ingenieros en alimentos como agentes estratégicos permitirá a Chile avanzar hacia un modelo productivo más inclusivo, sostenible y seguro, alineado con los desafíos y oportunidades del siglo XXI.