La escasez de avellanas se ha convertido en un serio obstáculo para la industria de confitería y productos untables como Nutella, así como para pastelería, heladería y chocolatería fina. Turquía, responsable de aproximadamente el 70% de la producción mundial, ha visto su cosecha severamente afectada por una helada tardía a inicios de 2025.
Este fenómeno, sumado a patrones meteorológicos alterados por el cambio climático, ha provocado un aumento de más del 35% en el precio internacional desde abril, situando la tonelada cerca de los 10 dólares por kilo en el mercado mayorista global.
Impacto directo en la industria alimentaria
Ferrero, productor de Nutella, es uno de los principales afectados. La compañía consume alrededor del 25% de la oferta mundial de avellanas para mantener su producción. Dado que este fruto representa cerca del 13% de la formulación de Nutella (en peso), un incremento de costos en la materia prima repercute directamente en el margen operativo. Según estimaciones de analistas, un alza del 10% en el precio de las avellanas puede traducirse en una reducción de entre 2 y 3 puntos porcentuales en la rentabilidad neta de la compañía si no se ajustan los precios al consumidor.
Para mitigar el impacto, las empresas están intentando diversificar proveedores, recurriendo a países como Estados Unidos, Chile y Georgia. Sin embargo, la producción en estas regiones es marginal frente a la turca y presenta un obstáculo biológico: el avellano común (Corylus avellana) requiere entre 5 y 7 años para alcanzar su madurez productiva. Esto limita la capacidad de respuesta rápida ante crisis de oferta.
Sensibilidad biológica y cambio climático
Desde el punto de vista agronómico, las avellanas son extremadamente sensibles a las heladas primaverales, que pueden dañar las flores antes de la polinización, reduciendo drásticamente el rendimiento por hectárea. Además, requieren inviernos fríos para romper la latencia de las yemas, pero veranos moderados para evitar estrés hídrico, condiciones cada vez más irregulares por el aumento de la variabilidad climática.
Los científicos advierten que el cambio climático no solo se manifiesta como aumento de temperaturas, sino también como inestabilidad meteorológica: heladas fuera de temporada, lluvias excesivas en fases de floración o sequías prolongadas en maduración. Este patrón amenaza también a otros frutos secos de alto valor, como almendras, pistachos y nueces, con implicaciones para el comercio agrícola internacional.
Perspectiva y adaptación
La actual crisis de la avellana subraya la necesidad de estrategias agrícolas resilientes, inversión en variedades más resistentes al frío y calor extremos, y expansión controlada de la producción en nuevas zonas geográficas. Para consumidores y empresas, el resultado más inmediato será un incremento de precios en productos derivados y una mayor volatilidad en el mercado de frutos secos en los próximos años.