Con un consumo anual récord de 380 huevos por persona, Argentina se consolida como el país con el mayor consumo per cápita de huevo a nivel mundial. Este fenómeno no solo refleja una transformación en los hábitos alimentarios de la población, sino que también está generando un impacto profundo en toda la cadena productiva y comercial del sector avícola.
Durante décadas, el huevo fue objeto de controversia nutricional. Fue asociado con niveles elevados de colesterol y relegado a un rol secundario dentro de la dieta. Sin embargo, en los últimos años, ese paradigma cambió radicalmente. Factores como la búsqueda de proteínas de alta calidad a precios accesibles, el encarecimiento de las carnes rojas y una creciente valoración del huevo como alimento funcional impulsaron un renovado interés en su consumo.
El Estudio de Consumo de Huevo en Argentina 2025, elaborado por la Cámara Argentina de Productores e Industrializadores Avícolas (CAPIA), confirma esta tendencia: el huevo se ha convertido en el segundo alimento más importante en la dieta de los argentinos, superando incluso a la leche y solo por detrás de las carnes rojas.
Este auge ha obligado a la industria avícola a adaptarse rápidamente. La demanda sostenida impulsa inversiones en infraestructura, innovación en procesos productivos, automatización y mejoras en la logística de distribución. Uno de los cambios más notorios es el surgimiento de nuevos formatos de comercialización, como los llamados "mega maples", envases que contienen entre 60 y 90 unidades, pensados para consumidores que priorizan la compra por volumen, como familias numerosas, comercios y servicios gastronómicos.
“La evolución del consumo ha sido tan marcada que muchas empresas están rediseñando su oferta para responder a nuevas necesidades del mercado”, explicó un portavoz de CAPIA. “El huevo dejó de ser un sustituto y pasó a ser un alimento esencial, elegido por su versatilidad, su perfil nutricional y su relación costo-beneficio”.
Este contexto representa tanto una oportunidad como un desafío para el sector. Por un lado, se abren posibilidades para aumentar las exportaciones de huevo y productos derivados, con la mirada puesta en mercados vecinos de América Latina y también en Asia. Por otro, se vuelve prioritario sostener la calidad y la sanidad en toda la cadena productiva para cumplir con estándares internacionales cada vez más exigentes.
Además, el crecimiento del consumo viene acompañado de una mayor conciencia por parte de los consumidores en torno a temas como el bienestar animal, la trazabilidad y la sostenibilidad. En respuesta, muchas granjas han comenzado a adoptar sistemas de producción libre de jaulas y a invertir en certificaciones que garanticen prácticas responsables.
En términos de políticas públicas, el sector avícola argentino también reclama mayor apoyo en infraestructura, acceso al financiamiento y acuerdos de exportación que permitan consolidar este momento favorable.
El huevo, históricamente subestimado, hoy se posiciona como un protagonista indiscutido en la mesa de los argentinos y como motor de transformación dentro de la industria alimentaria nacional. Su auge no solo reconfigura el comportamiento del consumidor, sino que está redefiniendo la estrategia de empresas, reguladores y productores en un escenario regional cada vez más competitivo.