Una nueva hornada de talento emergente se está gestando en el Distrito Federal de Brasil, donde 23 jóvenes culminaron una formación especializada en panadería y confitería, abriendo las puertas a un futuro con más oportunidades laborales y personales.
El curso, que duró cuatro meses, forma parte del proyecto “Del Grano al Pan”, una iniciativa de impacto social que utiliza la cocina como medio de transformación.
Desarrollado en conjunto entre la Fundación Bunge, el Senai-DF y el Sindicato de la Industria Alimentaria de Brasilia (Siab), el proyecto ofrece capacitación gratuita en oficios vinculados al sector alimentario, centrando sus esfuerzos en personas con dificultades de inserción laboral. El objetivo es claro: brindar herramientas reales para que los participantes no solo accedan a un empleo, sino también a una vida más estable y con propósito.
El grupo recién graduado asistió al curso en las instalaciones del Senai en Taguatinga, donde se familiarizaron con técnicas profesionales de panadería y confitería, gestión de producción, higiene, seguridad alimentaria y, sobre todo, disciplina de trabajo. Pero el programa va más allá del aprendizaje técnico. Incluye también formación en habilidades emocionales, asesoría profesional y acceso a mentores para quienes desean emprender en el futuro.
Lo más destacado del proyecto es que no se limita al aula: desde el primer día, los participantes reciben apoyo económico, materiales de estudio, y uniformes. Además, el plan contempla una etapa posterior a la graduación centrada en la empleabilidad. Durante seis meses, los egresados serán acompañados y conectados con empresas del sector alimentario interesadas en sumar nuevos talentos.
Claudete Pereira, responsable de los programas sociales de la Fundación Bunge, explica que el acompañamiento posterior es fundamental: “No se trata solo de formar. Queremos asegurarnos de que los jóvenes realmente logren integrarse al mercado y desarrollarse dentro de él. Por eso trabajamos también con los empleadores, generando un puente entre la necesidad del sector y el talento que estamos formando”.
Uno de los rostros más entusiastas de esta primera cohorte es Luan Cunha, de 26 años, quien llegó al curso sin empleo y con pocas expectativas. Hoy, su perspectiva ha cambiado por completo. “Encontré una pasión y una oportunidad. Lo que aprendí aquí no solo me prepara para trabajar, sino que me motiva a seguir estudiando. El pan, para mí, se ha convertido en un símbolo de cambio”, cuenta con una sonrisa.
El proyecto “Del Grano al Pan” no es exclusivo del DF. También está en marcha en otras regiones como São Paulo, Minas Gerais, Pernambuco y Río de Janeiro. En cada una, mantiene un enfoque adaptado a las realidades locales, pero con el mismo propósito: utilizar la formación técnica como motor de inclusión y movilidad social.
Para los organizadores, esta es solo la primera etapa. Las próximas cohortes ya están en planificación, con miras a consolidar un modelo educativo que conecte educación, industria y compromiso social. Porque, al fin y al cabo, detrás de cada pan horneado, hay una historia de superación que merece ser contada.