Uno de los países más jóvenes y prometedores en abordar la biotecnología dentro de la industria de alimentos en América Latina es Paraguay.
Aunque tradicionalmente ha sido percibido como un país con baja inversión en ciencia y tecnología, en los últimos años ha comenzado a dar pasos significativos hacia la incorporación de biotecnología aplicada a la producción alimentaria, con un enfoque renovado en sostenibilidad, innovación agrícola y transformación de materias primas.
Paraguay ha centrado históricamente su economía en la agricultura y ganadería, siendo uno de los mayores exportadores mundiales de soja. Sin embargo, hasta hace pocos años, gran parte de esa producción se exportaba en estado bruto. Conscientes de la necesidad de agregar valor, mejorar la trazabilidad y avanzar hacia modelos más sostenibles, distintos sectores del país —incluyendo universidades, empresas emergentes y organismos públicos— han comenzado a adoptar herramientas biotecnológicas para modernizar la industria alimentaria.
Este giro ha sido impulsado por la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (SENACYT) y el Ministerio de Agricultura y Ganadería, en conjunto con alianzas internacionales que han permitido la formación de capital humano y la implementación de proyectos piloto centrados en bioinsumos, fermentaciones aplicadas y conservación de alimentos a través de tecnologías limpias.
Bioinnovación y alimentos funcionales
Una de las áreas emergentes es la producción de alimentos funcionales y suplementos basados en la biodiversidad paraguaya, como la stevia, el ka’a he’ê, los productos fermentados de mandioca, y las proteínas vegetales de origen local. Estos productos están siendo estudiados por sus propiedades nutricionales y su potencial para insertarse en mercados internacionales con valor agregado biotecnológico.
Varios emprendimientos jóvenes han comenzado a explorar el desarrollo de ingredientes activos a partir de plantas autóctonas y residuos agroindustriales, utilizando métodos de extracción bioactiva y fermentación. Esto no solo permite aprovechar recursos locales de forma más eficiente, sino que alinea al país con tendencias globales de salud y sostenibilidad alimentaria.
Primeros pasos en edición genética y bioinsumos
Paraguay ha aprobado el uso de algunos cultivos genéticamente modificados, pero es en el área de bioinsumos y microbiología agrícola donde comienza a destacar. Grupos de investigación como los del Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA) están trabajando en el aislamiento y aplicación de microorganismos benéficos para mejorar suelos degradados y potenciar cultivos, reduciendo el uso de agroquímicos y optimizando rendimientos en climas adversos.
Un ecosistema en formación
Aunque el país aún carece de una infraestructura robusta en biotecnología, la voluntad política, la articulación entre academia e industria, y la aparición de fondos de innovación marcan un punto de inflexión. Paraguay comienza así a construir, desde cero, un modelo propio de biotecnología aplicada a los alimentos: más ágil, centrado en sus fortalezas naturales y abierto a colaboraciones regionales.
En definitiva, Paraguay representa un nuevo actor emergente en la biotecnología alimentaria latinoamericana, que, si mantiene su ritmo de desarrollo, podría convertirse en una referencia de innovación sostenible en el corazón del continente.