Nestlé, el gigante suizo de la alimentación con más de 150 años de historia, anunció un ambicioso plan de reestructuración que implicará la eliminación de 16,000 puestos de trabajo en todo el mundo durante los próximos dos años.
La medida busca reducir costos operativos y recuperar eficiencia en un contexto de desaceleración económica y cambios profundos en los patrones de consumo.
La decisión llega tras un balance poco alentador: las ventas globales de la compañía registraron una caída cercana a 1,200 millones de francos suizos durante los primeros nueve meses del año. Este retroceso encendió las alarmas en la dirección general y motivó una revisión integral del modelo de gestión, centrada en la reducción de estructuras administrativas y en la optimización de procesos productivos y logísticos.
Según el nuevo CEO, Philipp Navratil, quien asumió el cargo hace apenas mes y medio, el entorno empresarial actual “exige decisiones difíciles para asegurar la sostenibilidad futura de Nestlé”. El ejecutivo destacó que el objetivo es alcanzar un ahorro total de 3,770 millones de dólares antes de 2027, con medidas que permitan preservar la competitividad de la compañía frente a rivales cada vez más ágiles y a consumidores que buscan productos más saludables, sostenibles y accesibles.
La reducción de personal afectará principalmente a puestos gerenciales, administrativos y de producción en diversas regiones, aunque la empresa no ha detallado aún la distribución geográfica de los recortes. Voceros corporativos aseguraron que Nestlé ofrecerá programas de apoyo, recolocación y compensación para mitigar el impacto social de la medida, especialmente en los países donde la compañía tiene una fuerte presencia industrial.
Esta no es la primera vez que Nestlé emprende un proceso de ajuste. En los últimos años, la multinacional ha reorientado su estrategia hacia negocios de mayor rentabilidad —como nutrición especializada, café premium y alimentos para mascotas— mientras ha reducido su exposición en segmentos menos rentables, como los productos lácteos básicos o las aguas embotelladas en algunos mercados. Sin embargo, la magnitud de los recortes anunciados esta vez revela la profundidad del desafío que enfrenta la empresa.
La historia de Nestlé está marcada por la innovación y la expansión global. Fundada en 1866 por Henri Nestlé, la compañía nació con la creación de una fórmula infantil que contribuyó a reducir la mortalidad infantil en Europa. Su fusión en 1905 con Anglo-Swiss Condensed Milk Company dio origen a un grupo que con el tiempo diversificaría su portafolio hacia categorías tan amplias como el chocolate, el café, los productos culinarios, los lácteos y la nutrición animal. Hoy, Nestlé cuenta con más de 270,000 empleados y presencia en 186 países, con marcas icónicas como Nescafé, KitKat, Purina y Maggi.
Pese al escenario adverso, la empresa mantiene su compromiso de invertir en innovación y sostenibilidad. Según Navratil, el objetivo no es únicamente reducir gastos, sino adaptar la estructura interna a los retos del siglo XXI, impulsando la digitalización, la automatización y la eficiencia energética en todas las plantas de producción. Además, Nestlé planea reforzar su apuesta por productos con mejor perfil nutricional y menor huella ambiental, dos ejes que considera esenciales para sostener su liderazgo a largo plazo.
La reestructuración marca, por tanto, el inicio de una nueva etapa para la multinacional suiza: más austera, más eficiente y, según sus directivos, mejor preparada para responder a consumidores cada vez más exigentes. En palabras del propio Navratil, “el propósito de Nestlé sigue siendo el mismo: ofrecer alimentos que nutran a las personas y al planeta, pero para seguir haciéndolo, debemos transformarnos profundamente”.