FoodNewsLatam - El miedo al metanol transforma las noches paulistas, la cerveza reemplaza a la caipiriña en Brasil

El miedo al metanol transforma las noches paulistas, la cerveza reemplaza a la caipiriña en Brasil

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En São Paulo, las noches han cambiado de sabor. Donde antes resonaban los brindis con caipiriñas —símbolo inconfundible de la identidad brasileña— hoy predominan los vasos de cerveza.

La icónica bebida a base de cachaza, lima y azúcar, orgullo nacional y embajadora de Brasil en el mundo, ha sido desplazada temporalmente por una crisis de confianza: el temor al metanol.

Durante las últimas semanas, la capital paulista ha sido epicentro de una ola de intoxicaciones provocadas por alcohol adulterado. Lo que comenzó como una serie de casos aislados se ha convertido en una emergencia sanitaria que ya contabiliza más de 250 posibles intoxicaciones y al menos 15 muertes sospechosas, según cifras del Ministerio de Salud de Brasil. De esos casos, la gran mayoría se concentran en el estado de São Paulo, donde el consumo de bebidas destiladas se ha desplomado drásticamente.

Los efectos se sienten en toda la ciudad. Bares y restaurantes, acostumbrados a servir decenas de caipiriñas cada noche, han visto caer su clientela. Algunos locales reportan una reducción del 80 % en las ventas de cócteles y destilados, mientras que otros apenas logran mantenerse abiertos con la venta de cervezas y vinos. La Federación de Hoteles, Restaurantes y Bares del Estado de São Paulo estima que las pérdidas generales del sector podrían alcanzar un 30 %.

La situación ha generado un cambio notable en los hábitos de consumo. Muchos paulistas, especialmente los jóvenes, han optado por reemplazar los tragos fuertes por bebidas más seguras, o incluso por evitar salir de casa. Lo que antes era un ritual social en las terrazas y bares de Vila Madalena o la Avenida Paulista, se ha convertido en un motivo de cautela.

El origen de la crisis está en el alcohol adulterado con metanol, una sustancia química altamente tóxica que, en dosis mínimas, puede causar ceguera, daño neurológico o la muerte. Las investigaciones apuntan a que algunos productores ilegales habrían incorporado metanol en la elaboración de bebidas para abaratar costos o incrementar márgenes de ganancia. Según la Asociación Nacional de Fabricantes de Destilados, el mercado ilegal ya representa cerca del 28 % de las bebidas alcohólicas consumidas en el país, con precios hasta un 35 % más bajos que los productos legítimos.

Ante el aumento de los casos, el Gobierno brasileño ha desplegado operativos de inspección y control en todo el estado. Solo en São Paulo se han confiscado más de 7.000 botellas sospechosas de estar contaminadas, mientras una decena de establecimientos fueron clausurados preventivamente. Las autoridades buscan determinar si la contaminación fue accidental o intencional, aunque las primeras hipótesis apuntan a la adulteración deliberada para reducir costos.

El ministro de Salud, Alexandre Padilha, ha pedido a la población abstenerse de consumir destilados hasta que se esclarezca el alcance del problema. Mientras tanto, los bares se reinventan con ofertas centradas en cervezas artesanales, vinos nacionales y cócteles sin alcohol.

Así, en la ciudad donde nació la caipiriña, símbolo de la alegría brasileña, reina ahora una prudente sobriedad. São Paulo vive una transición inesperada: la cerveza se convierte en refugio y el hielo del vaso ya no suena igual, marcado por el eco del temor y la esperanza de que, pronto, la confianza vuelva a los brindis.

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