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Biotecnología cárnica en Latinoamérica con innovación que redefine la proteína animal

Latinoamérica Cárnicos

La industria cárnica en Latinoamérica vive una transformación silenciosa pero contundente gracias a los avances en biotecnología. Desde carnes cultivadas en laboratorio hasta sensores para trazabilidad genética y aplicaciones de fermentación de precisión, la región empieza a adoptar herramientas científicas que prometen revolucionar cómo se produce, controla y consume la proteína animal.

Carne cultivada,  de la ciencia a la mesa, uno de los desarrollos más disruptivos proviene del sector de la carne cultivada, también conocida como carne in vitro. Si bien Estados Unidos y países asiáticos han liderado esta tendencia, Latinoamérica no se queda atrás. Argentina se posiciona como pionera regional con empresas como Cell Farm Food Tech, que ha desarrollado prototipos de carne cultivada a partir de células madre bovinas.

Esta empresa ha recibido apoyo del gobierno argentino y de aceleradoras tecnológicas para escalar su modelo y cumplir con estándares de inocuidad alimentaria.

En Brasil, JBS, una de las mayores procesadoras de carne del mundo, adquirió la firma BioTech Foods de España para establecer una planta de producción de carne cultivada en Latinoamérica. Su objetivo: reducir la presión ambiental de la ganadería convencional y abrir nuevas oportunidades en mercados que priorizan la sostenibilidad.

Fermentación de precisión: proteínas sin animales

Otra estrategia biotecnológica que gana tracción en la región es la fermentación de precisión. Esta tecnología permite a microorganismos como levaduras y hongos producir proteínas específicas, como la mioglobina o el colágeno, esenciales en productos cárnicos. En Chile, NotCo, aunque conocida por sus alternativas vegetales, ha anunciado investigaciones en fermentación de precisión para replicar sabores y texturas cárnicas sin utilizar animales.

En Colombia, la startup GFI Andes trabaja con universidades para impulsar investigaciones en proteínas alternativas usando fermentación microbiana, un enfoque que podría complementar la producción cárnica tradicional con ingredientes funcionales más sostenibles y con bajo riesgo microbiológico.

Biotecnología para la trazabilidad y control sanitario

Más allá de la carne alternativa, la biotecnología también está transformando la trazabilidad y seguridad de los cárnicos tradicionales. Herramientas como el análisis genético por PCR (reacción en cadena de la polimerasa) están siendo utilizadas en plantas procesadoras en México y Uruguay para detectar patógenos como Salmonella y Listeria monocytogenes en tiempo real, elevando los estándares de inocuidad.

En Paraguay y Bolivia, se han implementado chips de trazabilidad genética y blockchain agroalimentario en cadenas de carne bovina para asegurar el origen del producto, verificar su historial sanitario y cumplir con exigencias de exportación hacia mercados como Europa y Asia.

Uno de los elementos clave para impulsar estos avances ha sido la colaboración entre gobiernos, universidades y empresas. Argentina, por ejemplo, aprobó en 2023 una regulación específica para evaluar y autorizar productos de carne cultivada, convirtiéndose en el primer país de la región en tener un marco legal para este tipo de biotecnología. Esto ha incentivado a nuevos inversores a mirar el cono sur como una base estratégica para el desarrollo de alimentos del futuro.

Mientras tanto, países como Brasil y México han comenzado a discutir normativas similares en sus agencias sanitarias y agrícolas, con el fin de preparar el terreno para una nueva era en la producción de alimentos de origen animal.

Un futuro híbrido y más sostenible

Aunque aún estamos en una etapa inicial, los avances en biotecnología cárnica en Latinoamérica muestran un potencial enorme no solo para diversificar la oferta alimentaria, sino también para enfrentar desafíos críticos como el cambio climático, el uso intensivo de recursos naturales y la seguridad alimentaria. Con una rica tradición ganadera y un ecosistema científico en crecimiento, la región está en una posición única para liderar una revolución alimentaria que combina ciencia, sostenibilidad e innovación.

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