FoodNewsLatam - Presión alta en México: los alimentos que debes evitar para proteger tu corazón

Presión alta en México: los alimentos que debes evitar para proteger tu corazón

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En México, la hipertensión arterial se ha convertido en uno de los principales problemas de salud pública. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), más del 30% de los adultos mexicanos vive con presión alta, y una parte significativa lo desconoce.

Esta condición silenciosa, que puede pasar desapercibida durante años, incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y daño renal.

Ante este escenario, México ha intensificado sus campañas de prevención y concientización en torno a la hipertensión. Instituciones como la Secretaría de Salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y la Fundación Mexicana del Corazón, han impulsado estrategias para fomentar hábitos saludables y educar a la población sobre los factores de riesgo, entre ellos la alimentación.

Uno de los pilares más importantes para controlar la hipertensión es evitar ciertos alimentos que contribuyen directamente al aumento de la presión arterial. A continuación, una guía sobre qué productos limitar o eliminar de la dieta diaria:

1. Embutidos y carnes procesadas
Los embutidos, salchichas, tocino y jamón contienen altos niveles de sodio y grasas saturadas. El sodio favorece la retención de líquidos, lo que eleva la presión arterial. Además, las grasas saturadas dañan las paredes de las arterias. En lugar de estas opciones, se recomienda consumir carnes magras como pollo sin piel, pavo o pescados como el salmón y la tilapia.

2. Alimentos enlatados y ultraprocesados
Sopas enlatadas, comidas congeladas listas para calentar, botanas industriales y cubitos de caldo suelen tener un contenido elevado de sal y aditivos artificiales. Estos ingredientes son perjudiciales para el corazón y pueden interferir con los tratamientos médicos para la hipertensión. Siempre que sea posible, se debe optar por preparaciones caseras y alimentos frescos.

3. Comida rápida y frituras
La comida rápida, comúnmente consumida en las grandes ciudades mexicanas, contiene grasas trans y altos niveles de sodio. Estos compuestos no solo incrementan la presión arterial, sino que también elevan los niveles de colesterol y favorecen el sobrepeso. Es recomendable cocinar en casa utilizando métodos saludables como el horneado, al vapor o a la parrilla.

4. Azúcares añadidos
El consumo excesivo de azúcar, presente en refrescos, jugos embotellados, postres y panadería industrial, está asociado con la resistencia a la insulina, el sobrepeso y la diabetes tipo 2, todos factores de riesgo para la hipertensión. México, siendo uno de los países con mayor consumo de bebidas azucaradas en el mundo, ha implementado el etiquetado frontal de advertencia como medida preventiva.

5. Exceso de alcohol
Beber en exceso puede aumentar la presión arterial. Para quienes viven con hipertensión, se recomienda limitar el consumo de alcohol a una copa diaria para mujeres y dos para hombres, preferiblemente acompañada de alimentos y nunca en ayunas.

¿Qué sí se puede comer?
No todo son restricciones. Existen numerosos alimentos que ayudan a controlar la presión arterial de forma natural. Las frutas y verduras frescas son esenciales, especialmente aquellas ricas en potasio, como el plátano, la espinaca, el jitomate, el aguacate y la remolacha. Este mineral ayuda a equilibrar los efectos del sodio en el cuerpo.

Los pescados ricos en omega-3, como las sardinas, el atún y el salmón, también son grandes aliados del corazón, ya que ayudan a reducir la inflamación y mejorar la circulación sanguínea.

Además, se recomienda el consumo de legumbres, cereales integrales y frutos secos sin sal. Estos alimentos aportan fibra, antioxidantes y minerales que fortalecen el sistema cardiovascular.

La clave está en los hábitos
En México, cada vez más campañas se enfocan en enseñar a la población a leer etiquetas, elegir productos naturales y preparar alimentos de forma consciente. El control de la hipertensión no solo depende de medicamentos, sino de una transformación en el estilo de vida.

Con pequeños cambios diarios —como reducir el consumo de sal, evitar alimentos procesados y mantenerse activo— es posible prevenir complicaciones mayores y proteger el corazón a largo plazo. La alimentación es una herramienta poderosa, y usarla bien puede marcar la diferencia entre la enfermedad y el bienestar.

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