El desarrollo de materiales sostenibles para la preservación de alimentos avanza con fuerza en América Latina. Un ejemplo destacado es el proyecto del ingeniero pesquero Sebastián Lozano Ayala, quien está creando una película biodegradable y bioactiva a partir de la cascarilla de arroz, un subproducto agrícola abundante pero poco aprovechado.
Su propuesta apunta a responder una necesidad estratégica para la industria: extender la vida útil de carnes y productos pesqueros mediante envases funcionales que reduzcan el deterioro microbiano y, al mismo tiempo, mitiguen el impacto ambiental de los residuos plásticos convencionales.
La cascarilla de arroz representa cerca del 20% del peso del grano y, según datos del sector arrocero latinoamericano, su disponibilidad supera los 4 millones de toneladas anuales en la región. Este material, compuesto principalmente por sílice, almidón residual, fibras y compuestos fenólicos, suele desecharse o destinarse a usos de bajo valor agregado. Sin embargo, la creciente demanda por envases activos —un segmento de innovación que en el mercado global crece a tasas superiores al 7% anual— ha abierto oportunidades para su valorización.
En ese contexto, Lozano, estudiante del Doctorado en Ingeniería y Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional Agraria La Molina (Perú), trabaja en una envoltura basada en almidón y extractos fenólicos obtenidos de la cascarilla. La combinación de polisacáridos y antioxidantes naturales permite formar una matriz capaz de inhibir el desarrollo bacteriano y oxidativo, dos de los principales factores de descomposición en alimentos frescos de origen animal. El proyecto se inserta en la tendencia de “packaging inteligente” que incorpora agentes bioactivos para modular humedad, pH o actividad microbiana del entorno inmediato del alimento.
Su investigación, titulada Elaboración de una película biodegradable y bioactiva a partir del almidón y compuestos fenólicos aislados de subproductos del arroz y aplicados en la conservación de filete de pescado, busca demostrar que la bioactividad inherente de estos compuestos es suficiente para ralentizar el crecimiento de patógenos comunes en productos cárnicos y pesqueros, como Listeria monocytogenes, Pseudomonas spp. o Staphylococcus aureus. En esa línea, Lozano ha utilizado como modelo el filete de bonito, una de las especies más comercializadas en la costa del Pacífico sudamericano por su disponibilidad y su rápida susceptibilidad a la degradación.
De acuerdo con el investigador, la meta es generar un producto mínimo viable escalable que pueda integrarse en la cadena productiva alimentaria, desde plantas de procesamiento pesquero hasta empresas de cárnicos y distribuidores de retail. La posibilidad de sustituir envases plásticos derivados del petróleo por películas biodegradables con acción antimicrobiana no solo representa una ventaja ambiental, sino también económica, al reducir mermas, prolongar la vida útil y mejorar la inocuidad en etapas críticas de almacenamiento y transporte.
Para consolidar los fundamentos científicos y tecnológicos del proyecto, Lozano realizará una pasantía en los laboratorios AgroBioTech de la Slovak University of Agriculture en Nitra (Eslovaquia), donde profundizará en técnicas de extracción, microencapsulación y caracterización molecular de compuestos bioactivos aplicados al packaging. Posteriormente, continuará su especialización en la School of Packaging de Michigan State University (Estados Unidos), una de las instituciones líderes mundiales en investigación de envases avanzados, donde trabajará en ensayos de desempeño mecánico, migración, permeabilidad y validación industrial.
Si el desarrollo continúa como proyectado, esta película bioactiva derivada de la cascarilla de arroz podría convertirse en una alternativa tangible para empresas latinoamericanas que buscan soluciones de envase sostenibles, de origen vegetal, con respaldo científico y con potencial de adopción industrial en mercados que exigen innovación, seguridad y reducción de huella ambiental.



