Diciembre se consolida en Argentina como el mes de la maquinaria agrícola, una industria estrechamente ligada a la historia productiva del país y al desarrollo del sistema agroalimentario.
Cada 12 de diciembre se celebra el Día de la Maquinaria Agrícola, una fecha que tiene su origen en 1951, cuando el Decreto 25.056 declaró a la fabricación de maquinaria y repuestos agrícolas como industria de interés nacional, reconociendo el rol estratégico de la metalmecánica en el crecimiento del agro argentino.
A lo largo de este mes, el sector renueva el reconocimiento a una actividad clave para la producción de alimentos y para la competitividad del país en los mercados internacionales. En este contexto, Expoagro difundió un artículo del investigador del INTA y referente en tecnología aplicada al campo, Hernán Ferrari, quien invita a reflexionar sobre los principales hitos que marcaron la evolución de la maquinaria agrícola y los desafíos que ya están definiendo el futuro del agro nacional.
Para Ferrari, la transformación del sistema productivo argentino no se explica a partir de un único acontecimiento, sino a través de tres grandes hitos tecnológicos que cambiaron la forma de producir alimentos. El primero fue la Siembra Directa, que comenzó a consolidarse durante la década del 90. Esta innovación permitió proteger el suelo, mejorar la eficiencia productiva y sentar las bases de un nuevo paradigma de manejo agrícola, posicionando a Argentina como referente a nivel global.
El segundo gran avance llegó a comienzos de los años 2000 con la incorporación de las silobolsas, una herramienta que modificó de manera estructural la logística agrícola. Según Ferrari, esta tecnología fue determinante porque permitió a los productores almacenar granos en el propio campo, conservar más alimento y ganar autonomía en la comercialización, fortaleciendo la competitividad del sector.
El tercer hito, y el que actualmente concentra la mayor expectativa, es la inteligencia artificial aplicada a la maquinaria agrícola. Para el especialista, no hay dudas de que esta tecnología marcará una nueva revolución productiva, al permitir sistemas cada vez más precisos, autónomos y eficientes, con impacto directo en los rendimientos y en la sustentabilidad del agro.
Mirando hacia 2050, el desafío central es claro: producir más y mejores alimentos para una población mundial que crecerá entre 1.500 y 2.000 millones de personas. Si bien la genética ya ofrece híbridos con potenciales productivos muy elevados, ese rendimiento aún no se expresa plenamente en el campo. La clave, señala Ferrari, está en mejorar todos los procesos previos a la cosecha mediante la incorporación de tecnología.
Las máquinas del futuro deberán integrar sensores capaces de medir nutrientes, pH, humedad y temperatura del suelo, permitiendo ubicar cada semilla en el lugar, la forma y el momento adecuados. A esto se suman la detección temprana de plagas, el control sustentable y la reducción de la compactación del suelo, uno de los principales enemigos de la productividad agrícola.
En este mes de celebración, los datos refuerzan el potencial argentino. Según estudios del INTA, el país pasó del puesto 15 al puesto 11 en el ranking mundial de desarrollo de tecnología agrícola en 2025, entre 194 naciones. El desafío pendiente es acelerar la adopción interna de estas innovaciones para que la tecnología que Argentina exporta al mundo también potencie su producción local.



