FoodNewsLatam - Colágeno: promesas, límites científicos y advertencias para consumidores maduros

Colágeno: promesas, límites científicos y advertencias para consumidores maduros

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En los gimnasios y consultorios de nutrición de toda América Latina, el colágeno se ha consolidado como uno de los suplementos más consumidos, especialmente entre personas mayores de 40 años. Su popularidad creció al ritmo de un discurso comercial que lo presenta como aliado del rejuvenecimiento, la salud articular y la mejora estética.

Sin embargo, no todo lo que rodea al colágeno es tan positivo como su mercadotecnia sugiere, y los especialistas llaman a una lectura más crítica de sus beneficios reales.

Desde el punto de vista biológico, el colágeno es la proteína más abundante del cuerpo humano. Representa cerca del 30% de la proteína total y cumple una función estructural esencial: aporta resistencia y elasticidad a la piel, los huesos, los tendones, los ligamentos y el cartílago. Está compuesto principalmente por glicina, prolina e hidroxiprolina, aminoácidos que el organismo puede sintetizar a partir de una dieta equilibrada.

Con el envejecimiento, la producción endógena de colágeno disminuye de forma progresiva. A partir de los 25 o 30 años, esta reducción se acelera y se manifiesta en arrugas, flacidez cutánea, pérdida de densidad ósea y mayor rigidez articular. En los huesos, el colágeno actúa como una matriz que da soporte a los minerales; cuando escasea, aumenta el riesgo de fragilidad y fracturas, especialmente en adultos mayores.

Este contexto fisiológico ha sido aprovechado por la industria de suplementos, que mueve miles de millones de dólares anuales a nivel global. Polvos hidrolizados, cápsulas, bebidas funcionales y barras proteicas con colágeno se comercializan como soluciones rápidas para “reponer” lo que el cuerpo pierde con la edad. En América Latina, el segmento crece a doble dígito, impulsado por consumidores preocupados por el bienestar y la apariencia.

No obstante, la evidencia científica no respalda plenamente muchas de estas promesas. “Hasta la fecha, no contamos con estudios sólidos que demuestren que la ingesta de colágeno aumente directamente la producción de esta proteína en el cuerpo”, advirtió la dermatóloga Marcelle Nogueira en declaraciones al portal G1. Al ser ingerido, el colágeno se digiere como cualquier otra proteína y se descompone en aminoácidos, sin garantía de que el organismo los utilice específicamente para sintetizar nuevo colágeno.

Algunos estudios sugieren beneficios modestos en la elasticidad de la piel o el dolor articular, pero los resultados suelen depender de dosis elevadas, consumo prolongado y, sobre todo, de una nutrición integral que incluya vitamina C, zinc y cobre, micronutrientes clave para la síntesis natural de colágeno.

Desde una perspectiva profesional, nutricionistas y médicos recomiendan cautela. El colágeno no sustituye una dieta balanceada ni un estilo de vida activo. Además, su consumo indiscriminado puede generar falsas expectativas y desviar recursos económicos hacia productos de eficacia limitada. Para la industria, el desafío está en comunicar con mayor transparencia, basar sus claims en evidencia robusta y educar a un consumidor cada vez más informado y exigente.

En definitiva, el colágeno cumple un rol vital en el organismo, pero su suplementación no es una solución milagrosa. Comprender sus verdaderos alcances es clave para tomar decisiones responsables, tanto desde la salud como desde el mercado.

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