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Biosoluciones: la gran oportunidad de Brasil para liderar la transición verde

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Brasil se encuentra en una posición única para encabezar la transformación hacia una economía baja en carbono, impulsando un modelo donde la biotecnología, la biodiversidad y la innovación se conviertan en motores del crecimiento sostenible.

Las llamadas biosoluciones, tecnologías basadas en organismos vivos y procesos biológicos —como enzimas, bacterias o microorganismos—, representan hoy uno de los sectores más prometedores para combinar desarrollo económico con descarbonización industrial.

Según el estudio “El valor de las biosoluciones: crecimiento y prosperidad hasta 2035”, publicado el 14 de octubre por Amsterdam Data Collective por encargo de Novonesis, con el apoyo de la Asociación Brasileña de Bioinnovación (ABBI) y otros socios internacionales, el potencial económico del sector es enorme. Las proyecciones indican que las biosoluciones podrían generar 232.600 millones de reales y crear más de 276.000 empleos directos e indirectos para el año 2035. Actualmente, ya aportan 77.900 millones de reales al PIB brasileño y tienen presencia en industrias clave: agricultura, biocombustibles, alimentos, salud, ganadería y limpieza industrial.

Estos avances no solo mejoran la productividad y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también incrementan la competitividad internacional de Brasil. En el ámbito agrícola, por ejemplo, los bioinsumos permiten sustituir fertilizantes químicos por soluciones biológicas más eficientes, reduciendo el impacto ambiental y los costos de producción. En la industria alimentaria, las enzimas y cultivos microbianos optimizan procesos y reducen el desperdicio. Y en el sector energético, los biocombustibles de segunda generación refuerzan la independencia energética y la meta de neutralidad climática.

Brasil posee los ingredientes necesarios para convertir este potencial en liderazgo mundial. Su megabiodiversidad, una de las mayores del planeta, constituye una fuente inagotable de recursos genéticos y microorganismos con aplicaciones biotecnológicas. A ello se suma una base científica sólida, universidades de alto nivel y una nueva generación de emprendedores comprometidos con la sostenibilidad. En el plano institucional, el país avanza con iniciativas como la Estrategia Nacional de Bioeconomía, la Ley de Bioinsumos y el programa Combustible del Futuro, que sientan las bases para una transición verde estructurada.

Sin embargo, el desafío ahora es acelerar la modernización regulatoria y crear un marco nacional de biosoluciones que articule políticas, inversiones y estándares. La implementación de entornos de prueba regulatorios (sandbox) puede facilitar la experimentación segura con nuevas tecnologías y reducir el tiempo entre el laboratorio y el mercado. Asimismo, ampliar los incentivos fiscales verdes, fortalecer la investigación aplicada y fomentar las alianzas público-privadas serán pasos decisivos para consolidar un ecosistema dinámico de bioinnovación.

Las perspectivas son alentadoras: las biosoluciones pueden aumentar la seguridad alimentaria, diversificar la matriz energética, reducir las emisiones industriales y generar empleos cualificados en más de 30 sectores productivos.

De cara a la COP30, que se celebrará en Belém en 2025, Brasil tiene la oportunidad de demostrar al mundo que el crecimiento económico, la inclusión social y la conservación ambiental pueden avanzar de forma integrada. Con políticas coherentes, visión a largo plazo y colaboración entre ciencia e industria, el país puede convertir su biodiversidad en una verdadera ventaja competitiva global.

Novonesis, con más de 50 años de presencia en Brasil, junto a ABBI y otros actores del ecosistema, apuesta por este futuro donde la biotecnología y las biosoluciones sean el corazón de una nueva bioeconomía verde.

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