El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) están fortaleciendo su cooperación para mejorar la seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe mediante el uso de tecnología nuclear.
Esta alianza estratégica pone el foco en la inocuidad de los alimentos y el control de calidad en la producción agrícola y ganadera, con especial atención en los pequeños productores y en la exportación de productos más seguros y competitivos.
Ambos organismos destacan que la aplicación de herramientas nucleares en la agricultura no solo ayuda a incrementar la productividad, sino que también desempeña un papel fundamental en asegurar alimentos más inocuos, libres de contaminantes y con mejores estándares para el consumo humano.
Luis Longoria, director de Cooperación Técnica de la OIEA para América Latina y el Caribe, subrayó que una de las prioridades actuales es fortalecer los laboratorios de análisis alimentarios, especialmente en aquellos países donde los pequeños agricultores no cuentan con acceso a infraestructuras tecnológicas avanzadas. “Tenemos proyectos conjuntos para apoyar, por ejemplo, a los laboratorios de análisis de productos alimenticios agrícolas, para los pequeños agricultores que no tienen acceso a los grandes laboratorios”, afirmó Longoria durante una visita a la sede central del IICA en Costa Rica.
En ese sentido, la colaboración permite a los productores implementar prácticas más rigurosas de control de calidad, lo cual es esencial para acceder a mercados internacionales que exigen altos estándares de inocuidad. La tecnología nuclear aplicada a la agricultura puede detectar contaminantes, residuos químicos o patógenos en los alimentos, garantizando su aptitud tanto para el consumo interno como para la exportación.
Uno de los usos más destacados es la capacidad de la tecnología nuclear para reducir la carga bacteriana de los alimentos, sin alterar sus propiedades nutricionales, un recurso valioso en procesos de conservación y distribución. Esta técnica representa una alternativa segura y eficiente para garantizar la inocuidad alimentaria en la cadena agroindustrial.
Además del enfoque en inocuidad, IICA y OIEA trabajan en proyectos que promueven el manejo responsable de plagas y enfermedades que afectan directamente la producción de alimentos. Un caso emblemático es el del gusano barrenador del ganado, una plaga que causa pérdidas millonarias en la producción de carne y leche. Mediante la técnica del insecto estéril, desarrollada con base en la ciencia nuclear, se ha logrado controlar esta amenaza de forma sostenible, sin recurrir a agroquímicos dañinos para el medio ambiente.
Otra acción conjunta importante ha sido la respuesta a la propagación del hongo Fusarium Raza Tropical 4 (TR4), que afecta severamente los cultivos de banano. La alianza permitió capacitar a científicos de seis países latinoamericanos en el uso de técnicas nucleares de diagnóstico, para detectar y contener esta enfermedad con mayor rapidez y precisión.
Ambas instituciones firmaron en enero un acuerdo en el marco del programa Átomos para la Agricultura y la Alimentación (Atoms4Food), una iniciativa global de la OIEA que tiene como objetivo aplicar ciencia nuclear a seis áreas clave: manejo sostenible de suelos y aguas, mejoramiento genético, sanidad animal, control de plagas, inocuidad alimentaria y nutrición en salud pública.
Manuel Otero, director general del IICA, enfatizó el valor de esta colaboración al afirmar: “La relación entre IICA y OIEA es una decisión estratégica para caminar juntos hacia un desarrollo rural con paz y sostenibilidad. Nuestros agricultores no solo alimentan a la región, sino que también son custodios de la biodiversidad y del territorio”.
Esta alianza entre ciencia y agricultura demuestra que las tecnologías nucleares, cuando se aplican con responsabilidad y precisión, pueden ser una herramienta clave para garantizar alimentos más seguros, de mejor calidad, y con mayor valor agregado para los mercados nacionales e internacionales.