La tartrazina (también conocida como E-102 o Amarillo No.5) es uno de los colorantes artificiales más utilizados en alimentos procesados como bebidas, golosinas, postres y snacks. Aunque es legal y ampliamente aceptada, este aditivo está en el centro del debate por sus posibles efectos negativos en la salud, especialmente en personas con enfermedades crónicas como el cáncer.
En el programa #QueTarde!, la nutricionista Keyla Mayeli Hihuallanca explicó cómo el consumo de tartrazina puede resultar perjudicial para pacientes oncológicos, al interferir con el metabolismo, incrementar la carga inflamatoria y dificultar la tolerancia a tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia.
México, uno de los mayores consumidores
México se encuentra entre los países de Latinoamérica con mayor consumo de alimentos ultraprocesados que contienen tartrazina. Este colorante está presente en una variedad de productos muy populares en el mercado mexicano, como bebidas saborizadas, gelatinas, salsas y productos de repostería industrial. Esto implica una alta exposición crónica al aditivo, incluso en personas con condiciones de salud que requieren dietas estrictamente controladas.
Aunque el colorante no está clasificado como cancerígeno, existen evidencias de que puede causar alergias, intolerancias, efectos inflamatorios y síntomas en personas sensibles. En pacientes con cáncer, estos efectos adversos pueden agravar aún más su condición, comprometiendo el sistema inmunológico y dificultando el éxito del tratamiento.
Un llamado a la inocuidad en la industria alimentaria. Este escenario pone sobre la mesa un tema urgente para la industria alimentaria: la necesidad de fortalecer los estándares de inocuidad en los productos que llegan al consumidor, especialmente en un país donde enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes y los problemas cardiovasculares están en aumento.
¿Qué puede hacer la industria?
Reformular productos, existen colorantes naturales que pueden sustituir a la tartrazina sin comprometer la apariencia de los alimentos. Ingredientes como cúrcuma, achiote o betacaroteno representan opciones más seguras que deben ser exploradas por fabricantes.
Etiquetado transparente
Aunque actualmente se exige declarar la presencia de aditivos, sería deseable avanzar hacia un etiquetado más claro que advierta sobre los posibles efectos adversos en grupos vulnerables.
Segmentación del mercado
Desarrollar productos específicos para personas con requerimientos nutricionales especiales, como pacientes oncológicos, puede abrir nuevas oportunidades de negocio basadas en la salud y el bienestar.
Educación al consumidor
La industria también puede colaborar con campañas educativas que promuevan la lectura de etiquetas y el consumo informado.
Recomendaciones para pacientes oncológicos
- Evitar alimentos altamente procesados con colorantes artificiales.
- Revisar etiquetas y buscar la mención de E-102 o tartrazina.
- Preferir alimentos naturales o mínimamente procesados, como frutas, verduras, legumbres, carnes frescas y productos sin aditivos.
- Consultar siempre con un nutricionista clínico, especialmente durante los tratamientos oncológicos.
Un cambio necesario
Para que la inocuidad alimentaria sea una realidad y no solo una expectativa, es necesario revisar la presencia de aditivos innecesarios como la tartrazina, especialmente en productos de consumo masivo. Esta situación evidencia que el desafío no es solo técnico, sino también ético: ¿cuán responsable es la industria en proteger a quienes más lo necesitan? La tartrazina es solo uno de muchos ingredientes que requieren una mirada más crítica desde la regulación, la formulación y el consumo. Garantizar alimentos seguros no solo es una obligación legal, sino también un paso fundamental hacia una industria alimentaria más consciente, inclusiva y saludable para todos.