La historia de Caranegra, la marca santafesina que este año se consagró con el premio al mejor dulce de leche familiar en Caminos y Sabores 2025, es la historia de una segunda oportunidad. Un emprendimiento nacido de un tambo familiar, interrumpido por las dificultades del mercado, y renacido años después con más experiencia, misma pasión y un sabor inconfundible.
Fundada por los hermanos Sebastián y Palacios, Caranegra nació hace más de dos décadas en San Jerónimo Sud, a 35 kilómetros de Rosario. Con una base lechera sólida y el deseo de dar valor agregado a su producción, los Palacios decidieron incursionar en la elaboración de dulce de leche. “Arrancamos y fue todo cuesta arriba. Nos jugamos y construimos una fábrica, compramos máquinas… y el primer dulce de leche me salió verde”, recuerda entre risas Sebastián, ingeniero en alimentos.
A pesar de los tropiezos iniciales, el producto tuvo buena recepción, y hasta ganó una edición temprana de Caminos y Sabores. Sin embargo, problemas logísticos, de comercialización y escasez de personal obligaron a pausar el sueño. La empresa cerró, pero Sebastián no se alejó del rubro: continuó asesorando a otras firmas, guardando las máquinas y el deseo de volver.
Ese momento llegó en 2019, cuando junto a su esposa decidieron reconstruir la fábrica en su pueblo natal y relanzar la marca. El proyecto retomó fuerza y, con constancia y visión, lograron que Caranegra no solo volviera al mercado, sino que hoy esté exportando dulce de leche a Brasil, Estados Unidos y con pedidos desde destinos tan lejanos como Sudáfrica.
Este año, su versión familiar del dulce de leche fue elegida por un jurado especializado como la mejor de Caminos y Sabores, uno de los encuentros más importantes de alimentos regionales del país. El panel de catadores del Laboratorio de Análisis Sensorial de la Facultad de Agronomía de la UBA valoró las cualidades organolépticas del producto: homogeneidad, brillo, aroma equilibrado a leche cocida y una textura suave, cremosa y persistente en boca.
La clave del sabor y la textura, según Sebastián, está en el uso de leche recién ordeñada, rica en grasa, que aporta cremosidad y untuosidad natural al producto. “Con leche de calidad se puede hacer hasta un dulce de leche blanco. Este premio demuestra que el color oscuro ya no es sinónimo de calidad”, afirma, destacando el cambio de paradigma en la valoración de estos productos.
En la feria, los visitantes pudieron probar y comprar el dulce de leche Caranegra en dos presentaciones: un kilo en envase de cartón a $7.000 y un frasco de vidrio de 450 gramos por $4.500, con descuentos por cantidad. Más allá de las ventas, Sebastián asegura que su mayor anhelo es que la gente los conozca. “Queremos que todos pasen por nuestro stand, prueben el dulce de leche y terminen con un frasco en su heladera”.
Hoy, Caranegra no solo representa un caso de resiliencia emprendedora, sino también una historia de identidad regional, calidad artesanal y visión global. Desde un pueblo del sur santafesino, su sabor ya conquistó paladares internacionales y, una vez más, fue reconocido como uno de los mejores del país.