FoodNewsLatam - Kombucha, una tendencia saludable con más marketing que ciencia en América Latina

Kombucha, una tendencia saludable con más marketing que ciencia en América Latina

Argentina Ingredientes

En los últimos años, la kombucha se ha convertido en una de las bebidas más populares dentro del mundo wellness, promocionada como una opción natural para mejorar la salud intestinal y reforzar el bienestar general. Sin embargo, la evidencia científica disponible no respalda la mayoría de los beneficios que se le atribuyen, especialmente en estudios realizados en humanos.

La kombucha es una bebida fermentada elaborada a partir de té, azúcar y una colonia simbiótica de bacterias y levaduras conocida como SCOBY. Durante el proceso de fermentación, las levaduras transforman el azúcar en alcohol y dióxido de carbono, lo que le otorga su característica efervescencia. Posteriormente, las bacterias convierten gran parte de ese alcohol en ácidos, responsables de su sabor ligeramente avinagrado.

El producto final contiene cafeína, compuestos antioxidantes como polifenoles y un bajo nivel de alcohol, que en las versiones comerciales no suele superar el 0.5%. Algunas marcas agregan jugos naturales, hierbas o especias para diversificar sabores.

En América Latina, la popularidad de la kombucha ha crecido de forma sostenida, especialmente en países con tradición en bebidas fermentadas. Argentina lidera el consumo en la región, impulsado por consumidores que buscan alternativas más saludables que los refrescos tradicionales. También ha ganado terreno en México, Brasil y Chile, donde su presencia en supermercados y cafeterías especializadas se ha consolidado en los últimos cinco años.

Lo que dice la ciencia: beneficios en duda

En redes sociales se asegura que la kombucha puede mejorar la digestión, regular el peso, controlar la diabetes tipo 2 e incluso prevenir enfermedades cardiovasculares y cáncer. Sin embargo, especialistas señalan que la mayoría de estas afirmaciones carecen de evidencia sólida.

Un ensayo clínico realizado en 2024 con 60 personas con sobrepeso concluyó que consumir 200 mililitros de kombucha durante 10 semanas no produjo una pérdida de peso significativa ni alteraciones relevantes en la microbiota intestinal, en comparación con el grupo de control. Aunque algunos participantes reportaron menos molestias digestivas como reflujo o hinchazón, los cambios no fueron estadísticamente relevantes.

Otro estudio, publicado el mismo año, analizó a 16 voluntarios durante cuatro semanas y no encontró mejoras en parámetros como presión arterial, colesterol o marcadores de inflamación. Por el contrario, investigaciones preliminares, como una realizada en 2023, sugieren que la kombucha podría ayudar moderadamente a regular los niveles de glucosa en sangre, aunque los expertos insisten en la necesidad de estudios más amplios para confirmar estos resultados.

Recomendaciones para un consumo seguro

Aunque no existen pruebas concluyentes de beneficios significativos, la kombucha baja en azúcar puede considerarse una alternativa menos dañina que las bebidas gaseosas o alcohólicas. Los especialistas recomiendan elegir productos con listas de ingredientes simples (té, azúcar y especias naturales) y evitar opciones con altos niveles de azúcar añadido.

La preparación casera requiere extrema precaución: se debe utilizar un SCOBY de origen confiable y seguir protocolos estrictos de higiene para evitar contaminaciones que podrían generar problemas hepáticos o alteraciones metabólicas. Para personas inmunodeprimidas, las versiones comerciales pasteurizadas son la opción más segura.

En resumen, la kombucha es más una bebida de moda que un remedio para la salud intestinal. Disfrutarla de manera moderada y con precaución es la mejor forma de incorporarla en la dieta sin riesgos innecesarios.

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