Se llevó a cabo el esperado encuentro entre los representantes del Sindicato de Trabajadores de la Industria Bananera (Sitraibana) y los diputados de la Asamblea Nacional, encabezados por la presidenta Dana Castañeda.
Esta reunión, que había sido pospuesta debido a la complejidad logística para el traslado de los dirigentes desde Changuinola a la ciudad de Panamá, era crucial para buscar una salida al prolongado conflicto que afecta a uno de los sectores más emblemáticos de la economía panameña.
La conversación giró en torno a la controvertida reforma de la Ley 45, que establecía el régimen de pensiones para los trabajadores bananeros, y que según el sindicato fue desfavorable tras la aprobación de la Ley 462. Después de semanas de huelga y protestas —que provocaron el retiro de la empresa Chiquita Panamá, el despido de más de 5,000 trabajadores y pérdidas superiores a 75 millones de dólares—, el encuentro dejó un balance de avances moderados.
El gobierno reiteró su compromiso, transmitido anteriormente a través de una carta entregada por el arzobispo José Domingo Ulloa, de presentar un nuevo proyecto de ley que restablezca derechos laborales similares a los de la antigua Ley 45. A cambio, los dirigentes de Sitraibana acordaron considerar el levantamiento gradual de los bloqueos en Bocas del Toro, permitiendo la reanudación paulatina de la actividad económica y los servicios en la región.
Aunque las negociaciones aún deben concretarse en la redacción del nuevo marco legal, las partes reconocieron que el diálogo ha abierto un espacio de entendimiento tras casi dos meses de parálisis. El sindicato insistió en la importancia de proteger las conquistas laborales históricas de los trabajadores bananeros, y los diputados destacaron el rol estratégico de esta industria para la economía nacional.
Un producto clave para Panamá y la región
El banano es mucho más que un cultivo tradicional en Panamá: representa un sector estratégico de exportación, generador de empleo y parte del tejido cultural y económico de provincias como Bocas del Toro y Chiriquí. Panamá es uno de los productores destacados en América Latina, una región que en conjunto suministra más del 80% de las exportaciones globales de banano.
Antes del reciente conflicto, el sector bananero panameño exportaba anualmente más de 300,000 toneladas de banano, principalmente hacia mercados en Estados Unidos, Europa y América Latina. La industria aportaba ingresos por más de 140 millones de dólares anuales al país y empleaba directamente a más de 10,000 trabajadores, además de generar un significativo efecto multiplicador en el transporte, los servicios logísticos y las comunidades rurales.
El banano panameño es apreciado internacionalmente por su alta calidad y los estándares de producción sostenibles que han sido adoptados en los últimos años, incluyendo certificaciones ambientales y prácticas responsables en la gestión de residuos y uso de recursos.
Perspectivas para la reactivación
Tras los acuerdos alcanzados en el encuentro con los diputados, se espera que las actividades agrícolas y de exportación puedan reanudarse en las próximas semanas, si se concreta el compromiso gubernamental de restablecer el marco legal favorable para los trabajadores. El desafío será reconstruir la confianza con los inversionistas y recuperar el flujo normal de exportaciones.
La industria bananera es un componente vital del aporte de Panamá a la oferta alimentaria de América Latina y el mundo. Proteger su estabilidad no es solo un interés sectorial, sino una necesidad estratégica para el desarrollo económico del país.