Food News Latam - Álvaro Lario: “Sin la agricultura familiar hoy no hubiéramos comido” Una entrevista con el Presidente del FIDA

Álvaro Lario: “Sin la agricultura familiar hoy no hubiéramos comido” Una entrevista con el Presidente del FIDA

Agricultura Internacional

Más de 150 representantes de los cinco continentes se han reunido en Vitoria-Gasteiz, Euskadi, España, para discutir el futuro de la agricultura familiar, que proporciona alimentos al 70 por ciento de la población mundial.

Entre los expertos presentes se encontraba Álvaro Lario, Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas y orador principal en la sesión inaugural de la VIII Conferencia Mundial. Agricultura Familiar: Sostenibilidad de nuestro Planeta, organizado por el Foro Rural Mundial.

Lario, el único español al frente actualmente de una agencia de Naciones Unidas, nos habló de los retos que el cambio climático supone para la pequeña agricultura familiar, en términos de su valor social, diversidad, inclusión y próxima generación, así como del papel de Innovación en la búsqueda de la sostenibilidad: el tema principal de la conferencia.

Pregunta. Las Naciones Unidas celebran el Decenio de la Agricultura Familiar (2019-2028) con el FIDA y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como codirectores. ¿Qué importancia tiene la agricultura familiar?

La respuesta de Álvaro Lario. La agricultura familiar es la columna vertebral de la economía rural en todo el mundo. Permítanme mencionar dos hechos que dejan claro lo importante que es.

Uno, las granjas familiares producen el 80 por ciento de los alimentos del mundo en valor. Dos, más de dos mil millones de personas dependen de la agricultura familiar para su sustento y seguridad alimentaria.

Veamos un ejemplo real que puede resultar sorprendente. En Ucrania, aunque el sector primario se caracteriza por operaciones de exportación a gran escala, son los cuatro millones de pequeños agricultores quienes alimentan al país hoy, durante esta época de guerra. Producen hasta el 80 por ciento de todos los productos lácteos, frutas y verduras.

Esta conferencia marca el ecuador del Decenio de la Agricultura Familiar. Este es un evento clave para seguir impulsando políticas de apoyo a la agricultura familiar desde todos los ángulos.

Los agricultores familiares y sus organizaciones son fundamentales para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030. Además de producir alimentos, desempeñan tareas clave para adaptarse al cambio climático, preservar la biodiversidad y gestionar los recursos naturales, y contribuyen a la cohesión social y la administración de la tierra.

P. ¿Es lo mismo agricultura familiar y agricultura a pequeña escala?

R. Son sinónimos el 90 por ciento de las veces. La agricultura familiar se define por quién gestiona y opera la explotación, es decir, una unidad familiar. Aunque existen explotaciones familiares de mediana y gran escala, casi todas son pequeñas explotaciones que comparten los mismos problemas con algunas diferencias regionales.

El FIDA invierte en estos pequeños productores en países de ingresos bajos y medios para permitirles superar el hambre y la pobreza, de modo que puedan prosperar y transformar lo que hacen, pasando de una mentalidad de subsistencia a un negocio rentable. En los últimos tres años nuestras inversiones han contribuido a aumentar los ingresos de 77 millones de personas. Estas personas son el presente y el futuro de nuestro suministro de alimentos.

P. Hablando de rentabilidad, el FIDA suele decir que los agricultores reciben sólo 6,5 céntimos de cada euro que producen en alimentos. Eso es muy poco.

¿Qué podemos hacer para mejorar sus ingresos?

R. Necesitamos defender cadenas de valor cortas para conectar a productores y consumidores de modo que las pequeñas granjas familiares se lleven a casa una mayor proporción del valor que producen. Ésta es la idea detrás del enfoque “de la granja a la mesa”. Estas políticas sirven para promover dietas nutritivas con productos locales y de alta calidad. También sirven para concienciar sobre el coste real de los alimentos, y por supuesto el incalculable valor social que aportan los pequeños productores. Sin la agricultura familiar hoy no hubiéramos comido. Es tan simple como eso.

También debemos ayudar a los pequeños productores a agregar valor a sus productos. Esta es otra forma de garantizar que los agricultores conserven una mayor parte del valor que producen. Las organizaciones de agricultores desempeñan un papel importante al aprovechar las economías de escala y su poder de negociación con la distribución a gran escala.

P. Un tema clave de la conferencia es el papel de las mujeres y la próxima generación en un sector que envejece.

R. Es un tema clave. No hay duda. Las mujeres son esenciales para los sistemas agrícolas familiares en todo el mundo. Las políticas e inversiones deben abordar las brechas de género existentes en términos de derechos y propiedad. Las mujeres deben poder acceder y controlar los recursos productivos, los servicios y los mercados y, fundamentalmente, la toma de decisiones, sin que esto les suponga una carga mayor.

Y los jóvenes necesitan incentivos y oportunidades que los motiven a continuar y aprovechar el legado de sus padres y abuelos. Esto lo podemos ver claramente en el llamado “terremoto de la juventud” en África. Los sistemas agroalimentarios pueden brindar oportunidades ilimitadas a los millones de jóvenes rurales que ingresan a la fuerza laboral cada año.

Lamentablemente, conocemos bien las alternativas: desempleo, actividades ilícitas, migración forzada e inestabilidad social. En este sentido, el Foro Rural Mundial es una forma valiosa de compartir experiencias y conocimientos con una nueva generación de agricultores familiares.

P. ¿Cómo está afectando el cambio climático a la agricultura familiar?

R. El cambio climático está teniendo un impacto muy grave en los pequeños agricultores, especialmente en los de primera línea en países sin capacidad para hacer frente a la intensificación de fenómenos climáticos extremos como sequías e inundaciones. La agricultura familiar requiere mucho más apoyo para adaptarse a estos patrones climáticos cambiantes. Los pequeños agricultores reciben menos del 1 por ciento del financiamiento climático.

Podemos ver esto reflejado en las protestas de los agricultores aquí en España. Existe un consenso razonable en que el cambio climático es el mayor desafío al que se enfrentan. Si no los escuchamos y no les brindamos un apoyo decidido, ¿cómo podemos persuadirlos para que sigan haciendo un trabajo que no es rentable ni se considera valioso?

A menos que haya un cambio significativo, cada vez más personas abandonarán las zonas rurales y estaremos socavando cada vez más lo más fundamental: nuestra capacidad de alimentarnos. La evidencia científica es muy clara: el cambio climático está destruyendo nuestra capacidad de alimentar a una población mundial en crecimiento.

P. ¿Cómo podemos afrontar el cambio climático sin poner en peligro la sostenibilidad de las pequeñas explotaciones?

R. Yo lo diría de otra manera. Sólo podremos garantizar la sostenibilidad de las pequeñas explotaciones agrícolas si abordamos el cambio climático a tiempo. La agricultura no tiene futuro a menos que sea sostenible. Las prácticas agrícolas deben convivir con la naturaleza, coexistir en armonía con sus tiempos y dinámicas y no intentar dominarla, y mucho menos agotarla. En este sentido, tenemos mucho que aprender del conocimiento milenario de los pueblos indígenas.

No hay atajos con la naturaleza. Los agricultores lo saben mejor que nadie. Por eso necesitamos un mayor apoyo a la adaptación al cambio climático. Muchos agricultores ya están identificando prácticas de adaptación. Necesitamos escucharlos.

La innovación es un pilar básico de la sostenibilidad. Innovar es encontrar maneras de mejorar las cosas, de trabajar de manera más eficiente. Este es un medio para lograr un fin: mejorar la vida de las personas siendo respetuosos con la naturaleza y conviviendo con ella.

También debemos buscar mecanismos sociales que pongan un precio –y luego, por supuesto, un valor– a las actividades agrícolas familiares. Por ejemplo, tenemos varias iniciativas de “servicios ecosistémicos a cambio de pago” mediante las cuales las comunidades rurales y los pequeños productores reciben un pago por el trabajo ambiental que realizan.

En la Amazonia brasileña estos pagos incentivan la producción de recursos no maderables en línea con las actividades tradicionales. Esta es una forma eficaz de proteger la selva tropical y al mismo tiempo promover medios de vida dignos.

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