Las exportaciones de productos colombianos con alto arraigo cultural continúan consolidándose como una de las categorías más dinámicas dentro del comercio exterior del país.
Los llamados productos de “nostalgia” —aquellos que evocan sabores, tradiciones y recetas familiares para los colombianos en el exterior— han logrado un avance sostenido en los principales mercados internacionales, impulsados por el crecimiento de las comunidades migrantes y por el creciente interés de consumidores hispanos y locales por propuestas auténticas de sabor latino.
Durante los primeros nueve meses de 2025, esta oferta alcanzó ventas externas por US$555,4 millones, un aumento del 10,5% frente al mismo periodo del año anterior. En términos de volumen, las exportaciones sumaron 149.141 toneladas, lo que representa un avance adicional del 7,5%. Estas cifras reflejan no solo el apetito de los colombianos residentes en el exterior, sino también la expansión natural de productos con identidad gastronómica en góndolas cada vez más diversas y globalizadas.
El portafolio exportado es amplio y muestra una evolución estratégica. Productos como la harina de maíz para arepas, el icónico Bom Bom Bum, el tradicional Chocoramo, bebidas como Pony Malta y los diferentes aguardientes, así como un creciente abanico de galletas, chocolates, confites, caramelos y productos de panadería, mantienen un ritmo ascendente en demanda internacional. Estas categorías, históricamente asociadas al consumo doméstico, han encontrado en la diáspora colombiana una plataforma de consolidación, y en los mercados étnicos un trampolín para competir en segmentos más amplios.
Los destinos que lideran las compras muestran una geografía diversificada, con Estados Unidos, Ecuador, Perú, Chile, Panamá y España entre los principales receptores. En conjunto, estos mercados registraron crecimientos que oscilan entre 6,2% y 38,2%, impulsados por una mayor presencia en supermercados, tiendas latinas, plataformas digitales y canales especializados en productos étnicos. El caso estadounidense es especialmente relevante, no solo por su tamaño y poder adquisitivo, sino por la evolución del consumidor hispano, que continúa demandando productos con arraigo cultural, mientras consumidores locales encuentran en estos sabores una alternativa auténtica y distinta.
El mapa exportador colombiano también evidencia la fortaleza regional del país. Valle del Cauca, Antioquia, Caldas, Bogotá y Cundinamarca encabezan el movimiento de mercancías gracias a su infraestructura industrial, capacidad logística y tradición manufacturera en alimentos procesados. Desde estas zonas se concentra una parte significativa de la producción nacional de confitería, panadería y bebidas que hoy logra penetración en mercados cada vez más exigentes.
Un análisis reciente destaca que el canal de productos étnicos en Estados Unidos se ha convertido en una de las vitrinas más importantes para la agroindustria colombiana. La apertura de corredores especializados y la expansión de supermercados con secciones dedicadas a sabores latinoamericanos han sido determinantes. Con más de 800.000 colombianos residiendo en ese país y un mercado hispano que supera los 68 millones de personas, el potencial de crecimiento para estas categorías sigue ampliándose año tras año. La combinación de identidad culinaria, valor agregado y consistencia en la calidad proyecta a los productos colombianos como una oferta en plena expansión global.