Los desafíos en la producción lechera en Colombia son evidentes, desde la estructura demográfica de los productores hasta la calidad del producto.
Amanda Acero, doctora en protección animal dice que, con iniciativas enfocadas en la educación, la formalización y la asociatividad, la industria lechera podría experimentar una transformación positiva, asegurando no solo la sostenibilidad económica sino también la calidad y seguridad alimentaria para los consumidores colombianos.
La leche es un componente esencial de la dieta de muchas personas en Colombia y juega un papel fundamental en la economía rural del país.
Sin embargo, la industria lechera enfrenta diversos desafíos señaló Amanda Acero, zootecnista con doctorado en producción animal y miembro del grupo de Investigación en nutrición de la Universidad Nacional, en un encuentro organizado por la Embajada de Suecia para conocer la situación actual de nuestro sector lácteo y aprender experiencias del país nórdico, y a la cual asistieron representantes de la industria láctea (Fedegán, Asoleche), los Ministerios de Agricultura y Comercio, la Universidad Nacional, los consumidores, y por parte de Suecia representantes del sector lechero y de la industria empacadora.
Caracterización de los productores de leche
En su exposición, Acero reveló datos interesantes sobre la estructura de la producción lechera en ciertas regiones del país, destacando la contribución significativa de los llamados "pequeños productores". Según sus hallazgos, el 80% de los productores cuentan con menos de 20 vacas, aportan el 55% de la producción total de leche. Los productores con 20 a 50 vacas representan el 5% y contribuyen con el 30%, mientras que los grandes productores, con más de 50 vacas, constituyen el 5% y aportan el 15% de leche.
Un análisis más detallado de proyectos en Cundinamarca revela que el 94% de los productores en Guatavita tienen entre 6 y 15 vacas, y en Ubaté, el 86% posee entre 1 y 10 vacas. Además, Acero señala la preocupante tendencia de envejecimiento entre los productores, con más del 59% que tienen entre 41 y 64 años. En Guatavita, el 43% y el 15% son productores mayores de 65 años, lo que plantea la urgente necesidad de un relevo generacional en la industria.
La educación de los productores también es un factor determinante. Más del 30% tiene educación primaria completa, mientras que otros tienen educación incompleta. La participación de profesionales es limitada, con un 3.8% en Ubaté y un 1.5% en Guatavita. Acero enfatiza la importancia de comprender quiénes están detrás de la producción de leche para impulsar transformaciones efectivas.
Calidad de la leche
Un punto crítico resaltado por Acero es la calidad de la leche. A pesar de mejoras en los indicadores de proteína, aún se encuentra por debajo del ideal, con un 3.3%. La higiene también es un desafío, con recuentos de unidades formadoras de colonias por encima de las normas internacionales. El transporte de la leche se identifica como una causa principal, ya que muchos productores no cuentan con sistemas de cadena de frío, afectando la calidad higiénica.
La falta de incentivos para los productores es evidente, ya que algunos indican que no hay diferencia en el pago si la leche se enfría o no antes de ser vendida.
Acero destaca la necesidad urgente de formalizar el acopio de leche, lo que permitiría mejorar la calidad del producto. Para respaldar esta transformación, se propone trabajar en la asociatividad de los productores, buscando mejorar el volumen y las prácticas, aunque se señala que se requiere un mayor acompañamiento a estas asociaciones.
En un tono alentador, Acero compartió experiencias positivas de transformación en Ubaté, donde un trabajo constante y seguimiento de los productores logró mejorar la calidad de leche en un 70% en tan solo un año. Esto demuestra que la transformación es posible, pero requiere esfuerzos sostenidos y colaborativos.
