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Industria cárnica: Cuánto del modelo uruguayo puede tomar Argentina para su desarrollo

Cárnicos Argentina

La industria cárnica es uno de los pilares fundamentales de la economía uruguaya, un sector que ha sabido posicionarse a nivel internacional gracias a la calidad y trazabilidad de sus productos.

Sin embargo, surgen preguntas sobre la aplicabilidad de este modelo en países vecinos como Argentina, que cuenta con una tradición ganadera igualmente fuerte, pero enfrenta desafíos distintos.

En el contexto del 3º Congreso Federal Ganadero «Sudamérica, Reservorio mundial de carnes» que se realizará en Rosario, Gerardo Zambrano, presidente de Zambrano & Cia de Uruguay, ofrece una perspectiva valiosa sobre lo que Argentina podría aprender del modelo uruguayo.

La ventaja uruguaya: Calidad y trazabilidad como bandera

Uruguay ha logrado diferenciarse en el mercado cárnico internacional al enfocarse en la calidad y la trazabilidad. «Uruguay es un pequeño país, pero un gran proveedor de carne», comentó Zambrano, destacando la reputación que el país ha construido a lo largo de los años. Uno de los factores clave ha sido el enfoque en la exportación, dado que el consumo interno es relativamente bajo en comparación con Argentina.

Este aspecto ha obligado a los productores uruguayos a ser competitivos en los mercados internacionales y a asegurar estándares de calidad elevados para satisfacer a los consumidores extranjeros.

En este sentido, la trazabilidad ha sido una herramienta fundamental. Desde 2006, Uruguay implementó un sistema de trazabilidad individual que permite seguir cada animal desde su nacimiento hasta el punto de venta. Este enfoque no solo mejora la seguridad alimentaria, sino que también añade valor al producto, permitiendo a los exportadores obtener mejores precios. Zambrano destacó que «la trazabilidad es un elemento clave para mantener la confianza de los mercados y garantizar la calidad del producto».

Argentina, a diferencia de Uruguay, tiene un consumo per cápita de carne bovina significativamente más alto. Mientras que en Uruguay el consumo promedio ronda los 45-50 kilos por persona al año, en Argentina esta cifra supera los 55 kilos. Esta diferencia se traduce en una menor proporción de carne destinada a la exportación en Argentina, donde históricamente el mercado interno ha sido el principal foco. Esto presenta un reto para la industria cárnica argentina, que ha tenido dificultades para posicionarse consistentemente en los mercados internacionales debido a políticas fluctuantes y restricciones a la exportación.

Según Zambrano, «Argentina tiene el potencial para ser un jugador mucho más importante en el mercado global, pero necesita adoptar un enfoque más estratégico hacia la exportación». El ejecutivo uruguayo sugirió que Argentina podría aprender de la experiencia de Uruguay en diversificación de mercados y en la implementación de políticas más estables para el sector.

El modelo uruguayo ha sido exitoso gracias a una clara estrategia de diversificación de mercados. Actualmente, los principales destinos de la carne uruguaya incluyen China, Estados Unidos y la Unión Europea. Esta diversificación ha permitido a Uruguay mitigar los riesgos asociados a la dependencia de un solo mercado y ha contribuido a la estabilidad del sector.

En contraste, Argentina ha enfrentado problemas derivados de su alta dependencia del mercado chino, que en ocasiones ha llevado a restricciones y caídas en los precios. «Diversificar es clave para evitar la volatilidad», señaló Zambrano, añadiendo que los productores argentinos podrían beneficiarse de explorar nuevos mercados, como el de Estados Unidos o el Medio Oriente, donde la demanda de carne de alta calidad sigue creciendo.

Otro aspecto donde Uruguay ha avanzado significativamente es en la sostenibilidad y en las certificaciones internacionales. El país ha implementado prácticas de ganadería regenerativa y ha adoptado estándares de bienestar animal, lo que le ha permitido acceder a nichos de mercado premium. Las certificaciones, como la de carne orgánica o libre de antibióticos, son cada vez más demandadas por los consumidores y ofrecen una ventaja competitiva.

Argentina, por otro lado, tiene un camino por recorrer en este sentido. Aunque existen productores que están adoptando prácticas sostenibles, el país aún no ha desarrollado una estrategia nacional coherente que promueva estas certificaciones. Zambrano resaltó que «la sostenibilidad no es solo una tendencia, sino una exigencia del mercado». Por lo tanto, considera que Argentina debería invertir en programas de certificación y sostenibilidad para mejorar su posición en el mercado global.

Un área en la que tanto Uruguay como Argentina enfrentan desafíos es en la infraestructura y la logística. A pesar de su éxito en la exportación, Uruguay tiene limitaciones en su capacidad portuaria y en su red de transporte, lo que puede generar cuellos de botella en la cadena de suministro. En Argentina, la situación es similar, con problemas en la infraestructura vial y en los puertos, que afectan la competitividad del sector.

Zambrano sugiere que una mayor cooperación regional podría ayudar a resolver estos problemas. «Si logramos mejorar la infraestructura a nivel regional, todos los países del Mercosur se beneficiarían. Es una oportunidad para trabajar juntos y aumentar la eficiencia de nuestras exportaciones», expresó.

El éxito del modelo uruguayo también se debe en gran parte a la estabilidad de sus políticas ganaderas. Uruguay ha mantenido un marco regulatorio constante que ha permitido a los productores planificar a largo plazo y realizar inversiones en mejoras tecnológicas y en calidad. Argentina, en cambio, ha enfrentado ciclos de restricciones a la exportación, cambios en los impuestos y políticas intervencionistas que han generado incertidumbre en el sector.

«Lo que Argentina necesita es una política ganadera estable y predecible», afirmó Zambrano. «La industria necesita reglas claras para poder invertir y competir en el mercado global».

Si bien existen diferencias estructurales entre Uruguay y Argentina, hay aspectos del modelo uruguayo que podrían adaptarse para potenciar el desarrollo del sector cárnico argentino. La adopción de sistemas de trazabilidad más rigurosos, un enfoque en la diversificación de mercados y una política de sostenibilidad podrían ayudar a Argentina a posicionarse mejor en el mercado internacional. Además, la estabilidad en las políticas públicas y una inversión en infraestructura son elementos clave para mejorar la competitividad del sector.

Zambrano concluyó que «la región tiene un potencial enorme para ser un líder mundial en la producción de carne. Si cada país logra implementar mejoras basadas en sus fortalezas, Sudamérica podría convertirse en el verdadero reservorio de carne del mundo».

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