Se trata de OurCrowd, una de las principales plataformas de inversión de riesgo en Israel, que suma más de USD 2.100 millones en 380 compañías. Infobae participó de su summit anual en Jerusalén
Desde Jerusalén, Israel - Una de las principales firmas especializadas en inversión en startups tecnológicas del mundo buscará en los próximos meses oportunidades de negocios para expandirse a la Argentina y América Latina en distintos sectores decisivos para la economía como la agricultura, el manejo del agua, la logística para los comercios y una mejora en la conservación de alimentos, entre otros sectores.
El universo inversor que apunta a las pequeñas firmas con ideas novedosas observa con cautela el contexto político y económico de la región pero ve chances claras de poner un pie en un mercado de más de 660 millones de personas.
Fueron estas algunas de las ideas que se discutieron durante el último foro especializado en startups organizado por uno de las principales plataformas de inversión de riesgo en Israel, OurCrowd, que suma más de USD 2.100 millones en inversiones en 380 compañías e integrada por 42 fondos con presencia en todo el mundo y que tuvo lugar en los últimos días en Jerusalén, una ciudad que fue visitada por 9.000 personas y 1.700 inversores, entre ellos un grupo de argentinos, para conocer qué es “lo que viene” en términos de tecnología aplicada a negocios, servicios, industria, producción agropecuaria y consumo sustentable, entre otros aspectos.
El Centro Internacional de Convenciones de Jerusalén, a pocos kilómetros de la Ciudad Vieja, una urbe con cinco milenios de vida, un lugar sagrado para las tres religiones monoteístas y que respira historia en cada esquina, fue el escenario elegido para discutir los próximos años de la humanidad con un foco particular: los problemas que afronta el planeta como la seguridad alimentaria, la sustentabilidad de los procesos productivos y el cambio climático.
Y, en la otra mano, las herramientas que puede ofrecer, en mayor o menor medida, la tecnología.
La reunión anual global de inversores organizado por OurCrowd funcionó como una amplia exposición de cuáles son los últimos desarrollos anclados en la tecnología y que pueden actuar como solución para algunos de estos problemas. Son iniciativas, desde ya, que necesitan de un fuerte empuje de capitales privados, generalmente dispuestos a tomar el riesgo, para su desarrollo, su concreción, la conformación de un modelo de negocios y su viabilidad económica.
El ecosistema de las startups tecnológicas, a la pesca de ese venture capital, tiene un peso específico muy trascendente en una economía como la israelí, que a fuerza de una robusta inversión pública en desarrollo tecnológico e investigación y un terreno allanado para que la iniciativa privada tome un lugar preponderante. Un mercado como el latinoamericano, por razones geográficas, geopolíticas y económicas, resulta en ese sentido un horizonte lejano para muchos de estos proyectos.
De todas formas, hay alguna ventana que podría abrirse para esta parte del mundo.
“Latinoamérica pasó por cambios dramáticos en los últimos años. Todavía está increíblemente subinvertido. El monto de inversiones en América Latina es similar al total de Israel, y América Latina es un continente con 600 millones de habitantes y en Israel viven 10 millones.
“La región tuvo un fenómeno increíble con unicornios como Rappi y otros que surgieron de esa región. Y tenemos nuestro primer acuerdo con una startup de América Latina que es Zubale, que las empresas pueden utilizar para mejorar su logística, esta va a ser la primera de muchas inversiones.
Hay un grupo muy activos de inversores latinoamericanos, principalmente de países como Brasil, México y Colombia. Pero espero que desde Uruguay o Argentina, al que voy a visitar no solo por el buen fútbol o la carne, sino porque creo que hay muchas actividades, como Web 3.0 y otras”, mencionó Medved.
El modelo israelí de desarrollo tecnológico estuvo basado en un primer impulso fuerte y oneroso por parte del Estado. Según datos de la Autoridad de Innovación Israelí, un fondo inversor público, que fueron presentados durante la exposición de OurCrowd, Israel invirtió el año pasado más del 5,5% de su PBI en desarrollo tecnológico e investigación que según apunta Dror Bin, CEO de ese fondo público, es el índice más alto del mundo con mucha diferencia.
De ese total, además, USD 500 millones por año específicamente se direccionan hacia proyectos de alto riesgo en los que, eventualmente, los planes podrían no salir de acuerdo a lo esperado.
“El modelo israelí está basado en una importante participación del Gobierno, no importa el color político, en crear condiciones para que el ecosistema funcione como un relojito. Ofrecer a las multinacionales incentivos impositivos y mano de obra calificada para que establezcan sus centros de investigación y desarrollo en Israel, ya hay más de 400 multinacionales en esa situación”, explicó a Infobae Andrés Segal, partner argentino de la plataforma OurCrowd.
El peso que tiene el sector en la economía nacional es muy considerable. El 11% de la fuerza laboral israelí trabaja en tecnología avanzada, que también aparece al tope del ránking global en esta métrica. El sector, además, representa el 15% del PBI. “No estoy seguro si es el número más alto del mundo, pero intuyo que sí”, ironizó Bin. Además, explica el 25% de la recaudación de impuestos a los ingresos y el 54% de las exportaciones.
“En Israel el costo de ingenieros, programación, etcétera, se calcula en 500 mil dólares al año. Los dos primeros años son un millón de dólares y el Estado provee del 85%, y el resto el privado, que puede ser OurCrowd u otros socios que sean inversores u otras compañías. Esto les permite a las startups trabajar con más tranquilidad y desarrollar su negocio. Si a la startup le va bien, están obligados a ir devolviendo ese subsidios, pero como máximo un 3% de sus ventas”, detalló Segal.
El aporte inicial estatal es fuerte e incluso tiene lugar en empredimientos de alto riesgo. Aún así, asegura Segal, al Estado israelí la ecuación le cierra. “¿Por qué actúa de esta forma? Porque está probado que ese dinero le ‘vuelve’ al Estado de otra forma. Por ejemplo, con contratación de empleados, por exportaciones y por el pago de impuestos. El impacto en la economía termina siendo mayor que el subsidio que otorgó”, completó.
Puertas que se abren en Medio Oriente
Las características de las economías de la región la hacen más propensa a que las startups de sectores como el agro o los alimentos puedan posar su mira sobre el mercado latinoamericano. Una de ellas es CropX, una startup que ofrece a los productores agropecuarios un sistema novedoso e integral de management de su producción, desde la planificación de siembra hasta riego o uso de fertilizantes. CropX ya tiene presencia en la Argentina y busca aumentarla.
El sistema funciona a través de un dispositivo que se fija en la tierra y que recolecta distintos tipos de información que le brinda el propio suelo y luego de procesar esos datos, da recomendaciones de manejo de la fertilización, del riego, de la planificación y de otros elementos que determinan la productividad.
“América Latina es uno de los mercados que más rápido está creciendo. Algunos de nuestros clientes más grandes en la región son compañías de alimentos, de agronegocios o agroquímicos. América Latina es un gran mercado que tiene todo tipo de agricultura, desde granos, semillas o cereales en Argentina, Uruguay y Brasil hasta café o cacao en Colombia o flores en Ecuador”, asegura Matan Rahav, vicepresidente de desarrollo de negocios de CropX, nacida en Nueva Zelanda hace diez años y que ahora tiene bases en Israel, Estados Unidos y Países Bajos.
“Uno de los módulos que tiene nuestro sistema es su plataforma es el manejo del riego. Queremos asegurar que el productor pueda optimizar la utilización del agua.
Esto es especialmente relevante durante sequías y en países en que históricamente no tienen escasez de agua -como Argentina o Chile- y en donde los productores ni siquiera saben cómo ser eficientes con el uso del agua”, mencionó en diálogo con este medio.
La industria tecnológica ligada a los alimentos tuvo, durante el summit en Jerusalén, un pabellón específico con decenas de stands de exposición de startups ligadas al food tech.
Uno de ellas es Sufresca, una compañía de origen israelí y que tomó una idea de una investigación de la Universidad Hebrea de Jerusalén para ofrecer una herramienta para extender la “vida” de frutas o verduras.
Esa herramienta es una suerte de cáscara, transparente, fina, sin sabor ni aroma, por lo que no interviene en el gusto natural de esa fruta o verdura y que puede ser utilizado para recubrirlos y aletargar de manera considerable su proceso de maduración. El objetivo, aseguró Efrat Boker Ferri, CEO de la compañía, es reducir de forma drástrica los desperdicios de alimentos que no llegan a ser consumidos.
Su modelo de negocios está recién empezando pero ya tienen en sus planes poner un pie en América Latina, con un primer mercado para experimentar, que será México en los próximos meses.
Si todo sale como lo planeado, podrán expandirse. Según explica la ejecutiva, el producto está dirigido a vendedores, por ahora no para consumidores. “El 50% de los vegetales se echa a perder”, estimó Ferri. México apareció como una opción viable por la cantidad de exportaciones de alimentos hacia los Estados Unidos o Canadá.
La cuestión de la seguridad alimentaria atravesó el congreso global de OurCrowd como uno de los temas urgentes de la agenda mundial. Asoma, en esa premura, alguna ventana de oportunidad para Argentina y el resto de la región. “Argentina tiene un excepcional posicionamiento como potencial proveedor de alimentos producidos de manera sustentable para el mundo”, explicó Lisandro Bril, fundador y socio del fondo de venture capital Oikos, especializada en agrofood tech.
“Los israelíes tienen una gran empatía con la Argentina. Creo que fundada en características de personalidad orientados a la acción, creatividad e innovación, obligados por motivos bien diferentes a vivir en alerta”, consideró. “En términos de negocios está todo dado para integrar Sudamérica al mapa mundial de la innovación, que pueda conectar a toda la cadena de valor desde el supermercado hasta el campo para trazar la producción de manera confiable. Lo piden los consumidores y también los mercados de capitales”, concluyó Bril.
En lo que se llama la última milla del comercio minorista también hay presencia de startups que llegan para buscar alguna solución novedosa. Es el caso de Zubale, una compañía que trabaja para conectar retailers y compradores y que salió en la región a competir fuerte con las apps de delivery ya tradicionales.
La diferencia con esas aplicaciones es que estas últimas ofrecen productos de terceros, pero la información sobre la venta, el cliente y la logística está a cargo de la app a cambio de una comisión para el comercio. Zubale también tiene su propio ejército de compradores a distancia -los llaman los ‘zubaleros’- pero su objetivo es que los propios comercios utilicen sus plataformas de e-commerce y mejorarlas. Así, la información sobre las compras, las ventas y los clientes, ya no pertenecen a una app sino al propio comercio.
Zubale tiene operaciones en seis países de la región: “México, Colombia, Costa Rica, Perú, Chile y Brasil y estamos pensando en expandirnos a otros países”, asegura Julian Unger, vicepresidente de Producto de Zubale. La Argentina, dicen desde la compañía, es un mercado difícil para abordar por el momento.
“Llegar a Argentina es una posibilidad, no en el corto plazo. La inestabilidad en la Argentina ha sido un desafío para nosotros, en un futuro puede ser una posibilidad cuando tenga condiciones macroeconómicas mejores”, comentó Leo Almeida, CFO de la compañía.
El peso de la coyuntura económica local puede aparecer como una barrera considerable para este tipo de negocios que están en su etapa de primera expansión y cuya tolerancia a la idea riesgo es desafiada por un contexto de inestabilidad. No solo en la Argentina, sino en la región, que experimentó en los últimos años crisis políticas, económicas y sociales a lo largo de su geografía.
Para Jon Medved, “el problema es que el emprendedorismo está hiperfocalizado, pero en nuestro caso América Latina forma parte de nuestra estrategia. Siempre es mejor invertir en un ambiente geopolítico tranquilo. ¿La guerra en Ucrania fue beneficiosa? Para nada.
¿La inflación es buena para la inversión? Ni en chiste. ¿Los problemas en la cadena de suministros es algo que me alegre la mañana? No, pero el mundo no se está terminando y no va a pasar en un futuro cercano”, en una de los pocos y limitados paréntesis que encontró en medio del frenético ritmo del summit de OurCrowd en Jerusalén.
Pero también dejó un mensaje para los propios emprendedores: “Las startups deberían dejar de quejarse de las condiciones externas o de decir que no pueden hacer algo porque afuera está lloviendo.
Hay miles de millones de dólares buscando cuál es la próxima gran cosa sobre la que invertir, y eso va a llegar desde Corea, desde América Latina o desde Azerbaiyán. Esto se basa en construir una red de personas que pueden ayudarse, eso es lo importante”.