Coca-Cola prepara el arranque de su tradicional Caravana Navideña en distintas ciudades de México, una celebración que combina luces, música, osos polares y la figura icónica de Santa Claus.
Sin embargo, la iniciativa vuelve a generar controversia entre organizaciones civiles y especialistas en salud pública, quienes señalan que el evento constituye una forma encubierta de publicidad dirigida a menores, prohibida por la legislación mexicana.
De acuerdo con la Ley General de Salud y su reglamento en materia de publicidad, está prohibido utilizar personajes, caricaturas o elementos que puedan atraer la atención de niñas y niños para promover alimentos y bebidas con alto contenido de azúcares, grasas o sodio. A pesar de ello, las caravanas de Coca-Cola se anuncian con amplia difusión en redes sociales y medios locales, invitando a las familias a presenciar desfiles encabezados por Santa Claus y los famosos osos polares de la marca.
México enfrenta una de las tasas más altas de obesidad y diabetes en el mundo. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2024 se registraron más de 192 mil muertes por enfermedades cardiovasculares y 112 mil por diabetes, padecimientos estrechamente vinculados al consumo excesivo de bebidas azucaradas. Estudios del Instituto Nacional de Salud Pública advierten que el consumo regular de refrescos puede reducir hasta en una década la expectativa de vida de la población mexicana.
Diversas organizaciones de defensa del consumidor sostienen que las caravanas constituyen una violación a los derechos de la infancia y una omisión de las autoridades sanitarias, en particular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), responsables de vigilar el cumplimiento de la ley. A pesar de las denuncias, no se han impuesto sanciones ni se han emitido pronunciamientos oficiales que limiten la realización de estos eventos.
El año pasado se realizaron al menos 17 caravanas en distintas entidades, incluyendo grandes despliegues en Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México. En algunos casos se utilizaron drones y pantallas gigantes para proyectar imágenes alusivas a la marca, lo que, según expertos en comunicación social, refuerza la asociación emocional entre la Navidad y el consumo del refresco.
Coca-Cola, que desde la década de 1930 vinculó su identidad visual con la figura moderna de Santa Claus, mantiene una presencia emblemática en las celebraciones decembrinas. Durante años llegó a instalar en el Zócalo de la capital árboles monumentales decorados con su logotipo, una práctica que diversas autoridades locales han intentado regular en la última década ante la presión de organizaciones de salud.
Para este 2025, municipios como Acapulco y Mexicali han confirmado la organización de caravanas auspiciadas por la marca, sumándose a otros gobiernos locales que permiten estas actividades con el argumento de que impulsan la convivencia familiar y el turismo. Sin embargo, especialistas insisten en que la exposición repetida de menores a estas imágenes fortalece patrones de consumo poco saludables y contradice los compromisos internacionales asumidos por México ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF.
Mientras las luces y villancicos de la Caravana Coca-Cola prometen alegría navideña, el debate sobre los límites éticos y legales de la publicidad infantil vuelve a colocarse en el centro de la agenda pública, recordando que la celebración también puede tener un sabor amargo cuando se confunde el espíritu navideño con la promoción de productos dañinos para la salud.
