La segunda Jornada en Defensa del Alimento Argentino, realizada en la sede de ADIUC en Córdoba, se consolidó como un foro estratégico para analizar los desafíos estructurales del sistema alimentario nacional.
Más que un encuentro sectorial, funcionó como un espacio de articulación entre cooperativas, mutuales, sindicatos, universidades, organismos públicos y consumidores organizados, unidos por una preocupación común: garantizar el acceso a alimentos de calidad en un contexto de creciente vulnerabilidad económica y social.
La apertura estuvo a cargo de Leticia Medina (ADIUC), Alejandro Ferro (Alimentos para la Nueva Argentina) y Nahúm Mirad (Proveeduría Mutual Argentina), quienes plantearon un diagnóstico compartido: discutir el alimento en la Argentina actual implica discutir poder, territorio, distribución y soberanía. Señalaron que la cuestión no pasa solo por qué se produce, sino por quién lo produce, bajo qué condiciones y con qué horizonte de país.
El “feriazo cooperativo” que acompañó la jornada funcionó como una demostración empírica de modelos productivos alternativos a las lógicas dominantes de concentración. Entre los productos expuestos se destacaron frutas y verduras de pequeños agricultores, lácteos de cooperativas como Nueva Cotar, panificados artesanales, conservas, yerbas, alimentos secos y propuestas agroecológicas provenientes de diversos territorios. Para los asistentes, cada mesa era un eslabón productivo que integra valor, comunidad y distribución sin intermediaciones abusivas.
El evento reunió a referentes de la economía real y funcionarios públicos, entre ellos Domingo Benso y Florencia Margariá del Ministerio de Cooperativas y Mutuales de Córdoba; el legislador Matías Chamorro; y representantes de la UNC y la UNVM. También participaron organizaciones de base y cooperativas como Sembradores Serranos, Carlos Mugica, IMFC, CLAYSA, La Dignidad, Churqui Cañada, Zavalla, Nueva
Esperanza y Raíz Serrana.
Un diagnóstico crítico del sistema alimentario
Las mesas de trabajo revelaron un trípode problemático que atraviesa al sistema alimentario argentino.
1. Una crisis sanitaria y social.
Más de 26 millones de personas presentan sobrepeso u obesidad, mientras la Canasta Básica de Alimentos no garantiza una nutrición adecuada. En promedio, los alimentos saludables cuestan un 37% más que el valor tomado por el INDEC, convirtiendo el acceso a una dieta equilibrada en un privilegio económico.
2. Deterioro del poder adquisitivo.
La estructura del gasto familiar se reconfiguró: hoy la mayor parte del ingreso se destina a tarifas, alquileres y servicios, dejando apenas un 40% para alimentos. La creciente utilización de tarjetas de crédito para comprar comida instala un fenómeno inquietante: la alimentación como deuda.
3. Fragilidad estructural por concentración de tierras.
Argentina es uno de los países con mayor presencia de terratenientes multinacionales. Arauco, Benetton y Cresud controlan millones de hectáreas. La derogación de la Ley de Tierras vía DNU 70/2023 profundiza la extranjerización y debilita la soberanía productiva.
Esta realidad impacta en sectores clave como la industria láctea, marcada por cierres, caída del consumo y riesgo financiero en empresas históricas. La apertura indiscriminada de importaciones, argumentada para reducir precios, mostró efectos adversos sobre productores y economías regionales.
Hacia una agenda institucional
El encuentro concluyó con una decisión consensuada: conformar una mesa permanente de articulación entre los actores participantes. Los sindicatos ocuparán un lugar central, no sólo como defensores salariales, sino como organizadores de circuitos alimentarios alternativos que integren producción, distribución y consumo.
La jornada dejó un mensaje claro: defender el alimento argentino implica defender su entramado productivo, sus territorios y sus comunidades. Es una política esencial para garantizar que la mesa de los argentinos siga siendo abastecida por el trabajo nacional.
