En un escenario global donde los destilados compiten por identidad, carácter y excelencia técnica, el ron veracruzano Villa Rica 23 Edición Oro volvió a situar a México —y a Latinoamérica— en el centro de la conversación internacional.
Su reciente desempeño en la cata a ciegas del International Taste Institute (iTQi), en Bruselas, no solo confirmó su estatus como uno de los rones más distinguidos del mundo: reafirmó el potencial de la región para producir bebidas espirituosas de clase mundial.
La presentación de su nueva edición se convirtió en un acontecimiento de relevancia gastronómica. En un ambiente sobrio y elegante, periodistas, sommeliers y especialistas fueron testigos del anuncio de un hito extraordinario: 33 estrellas de oro acumuladas en once años consecutivos por Villa Rica 23 Edición Oro en el universo iTQi, considerado por muchos como los "Oscar de la gastronomía".
Mantener una calificación superior a los 90 puntos durante más de una década no es solo una proeza técnica; es un ejercicio de consistencia, rigor y madurez sensorial que muy pocos destilados del planeta pueden sostener.
El proceso de evaluación del iTQi, detallado durante la velada, reafirma la magnitud del logro. Las catas se realizan en condiciones estrictas: muestras servidas en copas neutras, iluminación natural, silencio absoluto y jueces sin ningún dato que pueda influir su percepción. El panel, compuesto por 150 chefs y 150 sommeliers de más de 20 países, incluye profesionales con estrellas Michelin y distinciones de guías como Gault & Millau. Para obtener tres estrellas de oro, el producto debe superar consistentemente los más altos estándares en primera impresión, visión, olfato, sabor y retrogusto.
Villa Rica 23 Edición Oro no solo obtuvo esa calificación once veces seguidas, sino que también alcanzó reconocimientos excepcionales: el Crystal Taste Award, reservado para quienes sostienen tres años de excelencia continua, y el Diamond Taste Award, otorgado únicamente a los productos que mantienen siete años de perfección ininterrumpida. Ningún otro ron extra añejo en el mundo ha logrado una trayectoria equivalente dentro del certamen.
Un ron que cuenta la historia de un territorio
Detrás de este éxito internacional hay una geografía y una tradición profundamente mexicana: Córdoba, Veracruz, cuna histórica del ron nacional. Y detrás del destilado, una empresa familiar que ha construido un legado para el país y para la región: Licores Veracruz, con 75 años de trayectoria formal y raíces que se remontan a 1896.
La compañía ha logrado posicionar al ron mexicano en escenarios internacionales altamente competitivos, sin renunciar a la esencia artesanal del Caribe mesoamericano. Sus rones reposan entre uno y 45 años, un ejercicio de paciencia y excelencia que se traduce en complejidad, equilibrio y una paleta aromática única. Incluso sus diseños de botella han sido premiados en certámenes de Nueva Orleans, Florida, Moscú y Atenas, donde los jurados valoran la armonía entre estética, funcionalidad y carácter sensorial.
Un emblema para México y Latinoamérica
Durante el evento en Bruselas, muchos asistentes coincidieron en que Villa Rica 23 Edición Oro ya trasciende su marca de origen. Representa una categoría, un país y una región. En una industria histórica dominada por potencias caribeñas, México emerge como un actor decisivo, capaz de producir destilados premium con identidad propia y altos estándares técnicos.
El logro de Licores Veracruz es más que un reconocimiento empresarial: es un testimonio del talento latinoamericano, de la capacidad productiva del país y del valor cultural de sus bebidas. En cada copa de Villa Rica 23 Edición Oro se proyecta una historia regional, un oficio centenario y una ambición continental que hoy conquista al mundo.













