Marcos Snyder es un experimentado consultor de la industria lechera y comparte hacia dónde apunta el tambo y el negocio en los próximos años.
Hablar con Marcos Snyder es un viaje de ida a la Argentina que queremos. En su relato describe los desafíos de una lechería que aparentemente languidece, pero que en simultáneo cuenta con actores que están protagonizando una verdadera transformación, acercando el futuro al presente en el tambo.
Escala y robotización parece ser el combo imbatible en este proceso que vive la industria lechera argentina en sus campos. Hoy, para Snyder, como en un tablero de ajedrez, los tamberos juegan una partida táctica debido al contexto económico y la disparada de costos.
Sin embargo, las empresas lecheras no deben descuidar su visión estratégica de mediano y largo plazo.“Los grandes tambos, de más de 10.000 litros diarios, están pensando en proyectos ambiciosos”,Faros largos
“Hay un compendio de cosas que explican esa mirada de largo plazo.
El punto de vista familiar no es menor, porque el último gran evento de los tambos fue la automatización de los ordeñes en los años 70 y todo lo que se agregó a partir de eso fueron solo menudencias, nada importante”, sentencia Snyder.
Y traza un clásico paralelismo con la agricultura: “Mientras la siembra avanzó enormemente desde la cosecha de la papa, la incorporación de la labranza satelital y otras especificaciones, el tambo sigue igual y los jóvenes se alejan, producto de esa historia familiar en la cual vieron el sacrificio que hacían sus padres”.
Para el especialista que trabaja como asesor en firmas de renombre, como la Administración Enrique Duhau y Yatay, muchos empresarios son más proactivos, si bien sólo el 5% suelen ser los innovadores y otro 10% de los productores los siguen, un grupo grande llega más tarde y otros jamás cambian.
“Los innovadores están proyectando su futuro y ven que para involucrar a los más jóvenes hay que sumar tecnología. Están subiendo el perfil de producción”, señala y aporta un dato muy relevante que sustenta esa transformación: “En AACREA hacemos una cuenta que los costos del tambo suben 3% por hectárea y si no puedes crecer a ese ritmo, no acompañas los costos y de otro modo no podes amortizar el capital de trabajo, como la renovación de un tractor, van perdiendo cierta competitividad y aparece la fatiga productiva”.
¿Y en los sistemas pastoriles?
“Los sistemas pastoriles están al límite en la frontera tecnológica habiendo pasado de 200 gramos por vaca por día sin reservas, luego se sumaron los rollos y más tarde los silos de maíz. Esa evolución nos trajo hasta ahora, pero el sistema no da para más porque desarrollamos todo el potencial y con rendimientos de hasta 32 litros por vaca. Es el techo”, afirma Snyder.
“Si se quiere seguir creciendo hay que cambiar y eso significa sumar un galpón. Solo con eso, las vacas crecen cinco o seis litros, pero el confort animal sigue siendo una gran cuenta pendiente en la Argentina. Solo por decir algo, en los Estados Unidos hay que dormir a los animales para castrarlos”, ejemplifica.
En la práctica, el consultor señala que, un galpón permite sumar de dos a tres ordeñes, agregando otros dos litros y los robots son aún más sofisticados, restando el número de recursos humanos, una de las grandes limitantes de esta industria.
La tendencia a nivel nacional es clara. “Los tambos chicos que son mayoritarios producen menos de 4.000 litros/día y un promedio de sólo 2.000 litros. Son más de 8.000 en todo el país, pero explican solo el 40% de la leche y son los que tiene más problemas para crecer 3% anual de forma indefinida reemplazando pasturas por forrajes, de hecho, el único crecimiento viene por número de vacas, pero incluso ahí también tienen un techo”, explica Snyder.
Y agrega: “El resto de los 2.000 tambos producen el 60% y los más grandes, aquellos que están arriba de 6.000 litros, producen la mitad con un promedio de 12.000 litros a diario”.Sanidad y el bienestar animal
“Hay que reprogramar la cabeza del tambero sobre el alcance del bienestar animal”, propone Snyder“Europa sacó una resolución que no importará más carne de aquellos que hayan producido en zonas desmontadas y si bien en lechería ningún tambo está en zona de desmonte hay que seguir el tema”, agrega el especialista.
Y se explaya: “Hay que pensar en la comodidad y alegría con la que el trabajador se desarrolla en el tambo, pero también en la alegría de las vacas. Es más, en la opinión pública está instalado que la vaca en pastoreo es feliz, pero es una imagen de un día soleado en primavera y no cuando llueve y está con barro en invierno. Hay que comunicar bien, algo que en Estados Unidos es muy común, pero hay mucho camino por recorrer acá en la Argentina”.
Desde el punto de vista sanitario, Snyder sostiene que sumar tambo robot a los establecimientos estabulados alarga la vida de las vacas.
En los hechos, la mortandad baja al 4% versus el 8 o 9% promedio del país. Es más, aquellos que ya lo incorporaron no saben qué hacer con las vaquillonas, algo muy gráfico de lo que sucede en ese sentido.
Por otro lado, sumar collares puede significar salvar vidas.
“Una torsión de abomaso se advierte tres días antes al usar un collar que lo que puede llegar a diagnosticar un veterinario experimentado”.
A su vez, otro punto que resalta el consultor es el descarte de leche.
“Se reduce a solo 1% versus del 2 al 4% en el resto de los tambos y el consumo de antibióticos se reduce drásticamente ya que el ordeñe robótico también reduce considerable la presencia de mastitis el cual detecta conductividad en una teta, inmediatamente después ese cuarto será sobre ordeñado para evitar que queden bacterias”, afirma.
Y cierra: “En la Argentina hay más de 300 robots y a pesar de que solo 207 están en funcionamiento, las ventas crecen, es una tendencia que llegó para quedarse”.