La pandemia trajo un exceso en el uso de ese material; ahora el reto es cómo minimizar su impacto. Así es como Petstar lo está consiguiendo.
Para el año 2050, habrá más plásticos que peces en los océanos, dice un dato apocalíptico del Programa de la Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). El plástico es un material que no se descompone, solo se degrada en micropartículas. Con el tiempo se va fragmentando hasta que dejamos de verlo.
Pero eso no quiere decir que no esté ahí, asegura Edgar Lugo, integrante del consejo coordinador de la Alianza México sin Plástico (AMSP).
“Todavía no sabemos a qué grado nos afecta porque está en el agua, en el aire, en la tierra, en lo que comemos.” Y se pregunta: “¿En qué nos equivocamos? En la responsabilidad extendida, en lo que consumimos y en qué hacemos con nuestros desechos”.
Ante un escenario como este, Lugo, especialista en temas de gestión de residuos sólidos, reitera que es necesario evitar el uso de empaques desechables y que si van a seguir existiendo, por lo menos que sean de plásticos compostables, “de fecula de maíz, papa, caña de azúcar y de aquellos materiales que sean más naturales, que sean plásticos que se degraden por sí solos”.
Otro de los problemas es la tendencia en la industria alimenticia y de bebidas de ofrecer pequeñas cantidades de sus productos, “es un consumo desmedido de desechables. Cada vez hay más presentaciones individuales de 200, 300, 500 y 600 mililitros; en lugar de comprar, por ejemplo, un termo para que un niño tome agua, se le compran 20 mini porciones que traen plástico, cartón y popote… Hay que hacer algo urgentemente”.
En ese sentido, desde la Alianza México sin Plástico (AMSP) —integrada por ambientalistas y organizaciones de la sociedad civil, quienes buscan minimizar la contaminación plástica— han propuesto modificar algunos estatutos de la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos.
Entre sus propuestas destaca la de incentivar el uso de plásticos compostables, poner sobre la mesa el tema de responsabilidad en todos los sectores y apoyar a la infraestructura de base, en la que se integran recicladores y centros de acopio.
Sin embargo, es complicado porque para el caso de los industriales sería reconocer que se equivocaron y que todo esto tiene un impacto económico, social y cultural”, dice Lugo, quien reitera que una vez que la pandemia dé tregua, retomarán el tema tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores.
Para empeorar la situación, la pandemia modificó los hábitos de consumo. También orilló a la industria de alimentos y bebidas a incrementar el uso de empaques de plástico por el aumento en la entrega de alimentos a domicilio.
Cabe señalar que el plástico no es el mejor material a la hora de contener los contagios, “el coronavirus puede permanecer entre tres y cuatro días en ellos”, de acuerdo con información de la “Cartilla de Mejores Prácticas Para la Prevención del Covid-19 en el Manejo de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU)”; hecho que replica, The New England Journal of Medicine, al señalar que la permanencia en plásticos del coronavirus es de 72 horas.
La gente debe ser parte de la solución en conjunto con las empresas y el gobierno”, afirma Arnold Ricalde, director de la ONG Organi-K y experto en temas de reciclaje.
PetStar y su caso de éxito
Aquí es donde la industria de alimentos puede contribuir para evitar que un material se convierta en desperdicio y así consolidar no un mundo sin plásticos sino un mundo libre de contaminación plástica. Un ejemplo de posible camino es el reciclaje. En Toluca opera, desde hace 25 años, la recolectora más grande de América Latina, se llama PetStar y es la planta de reciclaje grado alimenticio más grande del mundo.
Para darnos una idea de su magnitud: recicla 3 mil 100 millones de envases de plástico cada año. Con ese volumen se podrían llenar dos Estadios Azteca, cuando esas botellas se reutilizan se convierten en 51 mil toneladas de resina reciclada grado alimenticio.
Es parte de Arca Continental, Coca-Cola de México y otros embotelladores de la refresquera, quienes invirtieron 100 millones de dólares para ampliar la capacidad de la planta. En 2017, el Modelo de Negocio Sustentable de PetStar ganó el Premio Nacional de la Calidad, lo calificaron como un “sistema trascendente, competitivo, replicable, inspiracional y sostenible”.
¿Cómo reciclan tanto plástico?
Todo comienza con investigación y desarrollo tecnológico, el objetivo es no generar desperdicios. Desarrollaron una “botelloteca”, en donde estudian las propiedades de los empaques plásticos para saber cómo aprovecharlos mejor. Actualmente estudian la posibilidad de incluir tapas y etiquetas en sus procesos de reciclaje para que se conviertan en la materia prima de las cajas donde transportan las bebidas.
Por dar ejemplos, la botella azul de CIEL, junto con las de Sprite y Fresca están hechas 100% de resina reciclada. Los otros envases de la marca Coca-Cola tienen en promedio un 35% de contenido reciclado.
Para Ricalde, experto en temas de reaprovechamiento de residuos, la reutilización de este tipo de botellas ha logrando un avance significativo en la materia, hace 20 años se reciclaba menos del 10% del PET, y ahora vemos que gracias a la responsabilidad de ciertas empresas se ha logrado implementar la infraestructura no solo en reciclaje también de acopio y capacitación”.
En 2018, Coca-Cola lanzó la campaña global #MundoSinResiduos cuyo objetivo es recolectar y reciclar el equivalente al 100% de sus envases para el año 2030, e incorporar, en promedio, el 50% de contenido reciclado a sus botellas. Por lo pronto, acopian seis de cada 10 botellas que sus accionistas ponen en el mercado.
Sin importar de qué marca sean, todos los envases se recolectan, pero únicamente los que son transparentes, azul cielo y de PET se transforman en resina reciclada grado alimenticio, que se puede reciclar en infinidad de ocasiones.
Estas botellas se identifican con el triángulo que indica que se puede reciclar y con un número 1. La resina reciclada en la que se convierten, únicamente se vende e integra a los envases de la industria mexicana de Coca Cola y sus embotelladores.
Los envases que también se reciclaron, pero que no cumplen con las características para ser resina reciclada son vendidos a otras empresas que los transforman en diversos productos, por ejemplo, en bancas, macetas y fibras textiles, entre otros.
¿Qué falta para que empresas de la industria de alimentos y bebidas se comprometan a reciclar?
Arnold Ricalde opina que tiene que haber más conciencia sobre lo dañino que es el uso excesivo de plásticos. “Este esfuerzo debería servir como ejemplo para que otras empresas ayuden a generar infraestructura en materia de reciclaje que, a largo plazo, puedan reducir costos, generar utilidades y contribuir con el medio ambiente”.
Por su parte, Edgar Lugo, de la Alianza México sin Plástico (AMSP) reconoce que la falta de responsabilidad de las empresas es lo que ha impedido que este tipo de esfuerzos se multipliquen. Considera necesario fortalecer toda la infraestructura de base que incluye centros de acopio y pepenadores o recicladores, que son los que hacen esta labor titánica de ir juntando el PET para entregarlo a las cadenas de suministro.
“Se está reciclando mucho PET en México, pero cuando se ve el universo de los residuos que se está generando, falta mucho por hacer porque el PET es solamente el 12% de todos los plásticos que se fabrican a nivel nacional”, finaliza Lugo.