Si nuestro objetivo es destinar la producción a almacenaje hemos de tener en cuenta varias consideraciones importantes. Ante todo, es primordial conocer a fondo cómo se desarrolla el proceso fisiológico de la maduración, tanto en tierra como posteriormente cuando las raíces del bulbo ya no están en contacto con el suelo.
El rendimiento final comercializable es uno de los parámetros que permite al productor anticipar el volumen final de producto apto para su comercialización. Todos los estudios técnicos y la experiencia práctica sobre el terreno demuestran que el crecimiento de los bulbos continúa bastante tiempo después de que caigan las hojas.
En algunos casos, el crecimiento continúa hasta que las hojas se secan, dado que las raíces mantienen una actividad baja pero siguen absorbiendo agua. También hay que tener en cuenta que la calidad de los bulbos se deteriora debido a manchas y roturas que inciden negativamente en el rendimiento comercializable, un concepto que también está amenazado por las enfermedades bacterianas y fúngicas, siempre al acecho durante el almacenamiento.
En cuanto a la calidad de los bulbos, no hay que olvidar que en términos de color de la piel, adherencia de las capas externas y firmeza éstos alcanzan su punto álgido de calidad cuando están completamente ma- duros. Al final de la fase de maduración, los nutrientes de la parte superior pasan al bulbo y su contenido de materia seca desciende.
Las cebollas con más materia sólida muestran un comportamiento significativamente mejor durante el almacenamiento. Una vez que el bulbo está maduro, debería retirarse rápidamente de la tierra. Las posibilidades de almacenaje de las cebollas que permanecen más tiempo en la tierra descienden debido a los riesgos climáticos, ya que es habitual que la humedad y las lluvias características de finales de verano causen graves problemas en todas las zonas de cultivo. Por último, dos consejos.
Siempre hay que tener en cuenta que una agresiva recolección con máquinas puede dañar las capas externas del bulbo disminuyendo la calidad final del mismo. Además, hay que saber que las cebollas sobremaduradas tienden a perder las capas externas más fácilmente que aquellas.
Fertilización
Tras una cosecha mecánica hay que tener en cuenta un par de consideraciones para incrementar la calidad de la piel y la capacidad de almacenamiento. La primera atañe al programa de fertilización, ya que la última aplicación de NK debería realizarse durante la fase temprana de desarrollo de los bulbos, cuando no son mayores de 2,5 o 3 centímetros de diámetro. Su aplicación posterior, especialmente si se da junto con irrigación por goteo, incrementaría ciertamente el rendimiento final, pero probablemente comprometerá la calidad final de los bulbos y la capacidad de almacenamiento.
Últimos riegos
Incluso cuando los bulbos están al final de la fase de maduración, un regado rápido puede ofrecer importantes ventajas. En primer lugar, ayuda a refrescar el follaje cuando las condiciones son extremadamente cálidas, lo que dará tiempo a la planta para que los nutrientes pasen de las hojas/raíces al bulbo, mejorando la calidad final. Además, hace el arranque más seguro para el bulbo, porque si la tierra está demasiado seca, las cebollas que están maduras pueden sufrir daños mecánicos, con la consecuente pérdida de calidad comercial y disminución de la rentabilidad.
Para recolección temprana, es necesario disponer de variedades que garanticen buena formación del bulbo y buen color antes de la madurez fisiológica.
Si el propósito de la recolección es el almacenaje sugerimos iniciar la cosecha cuando el bulbo haya perdido el 70% del follaje.
El crecimiento de los bulbos no para cuando se han caído todas las hojas, ya que las raíces siguen absorbiendo agua.
Hay que extremar los cuidados durante la recolección mecánica para evitar daños en el bulbo que provocan un descenso en el rendimiento comercializable de la cosecha.
Consejos Técnicos por Bayer
