Según el Banco Mundial, la crisis alimentaria global se ha agravado, entre otras cosas, por el creciente número de restricciones al comercio de alimentos establecidas por los países con el objetivo de aumentar la oferta interna y reducir los precios. A diciembre de 2023, 19 países han establecido 27 prohibiciones de alimentos y 9 limitan sus exportaciones.
Centroamérica es una de las regiones más amenazadas por el cambio climático. La influencia del fenómeno El Niño para 2023 y 2024 ha encendido las alarmas para atender a las poblaciones en riesgo por los impactos que una disminución de lluvias genera en la cadena de producción de alimentos, pero más allá de sus impactos futuros, en los esquemas de producción.
Mario Lubetkin, Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, alerta sobre este panorama y de los escenarios de hambre e inseguridad alimentaria y nutricional que afectan principalmente a zonas como el corredor seco centroamericano (un área que comprende regiones de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica) donde se reporta una menor cantidad de lluvias debido a sus condiciones geográficas.
El especialista sostiene que debe haber un esfuerzo muy grande para empujar soluciones.
“La primera urgencia está en el Caribe la segunda urgencia está en Centroamérica y la tercera está en Sudamérica”, apunta.
La FAO y el Banco Mundial (BM) destacan que para alejar estos riesgos es necesario apuntalar las cadenas de producción y enfocar el desarrollo de pequeños productores y su encadenamiento con la gran industria.
La propuesta del BM, en ese sentido se sustenta en cuatro pilares:
1- RESPALDAR A LA PRODUCCIÓN Y LOS PRODUCTORES
El BM sostiene que se deben tomar medidas para mejorar la producción de la próxima temporada eliminando las barreras comerciales a los insumos, haciendo hincapié en el uso más eficiente de los fertilizantes y reorientando las políticas y los gastos públicos para brindar un mejor apoyo a los agricultores y a los productos.
2- FACILITAR UN AUMENTO DEL COMERCIO
El organismo multilateral impulsa la generación de un consenso a nivel internacional (en foros como el G-7, G-20 y otros) para impulsar un compromiso que evite las restricciones a las exportaciones que aumentan los precios de los alimentos mundiales y las restricciones a las importaciones que desalientan la producción en los países en desarrollo.
3- APOYO A LOS MÁS VULNERABLES
El BM también recomienda ampliar los programas de protección social específicos que tengan en cuenta cuestiones de nutrición y renovar los mecanismos de financiamiento para respuestas tempranas.
4- INVERSIONES EN SEGURIDAD ALIMENTARIA Y NUTRICIONAL SOSTENIBLE
El BM sostiene que en general es necesario fortalecer a todos los sistemas alimentarios para hacerlos más resilientes al aumento de los riesgos (conflictos, clima, plagas y enfermedades), a las interrupciones del comercio y a las crisis económicas, para lo cual se buscará lograr un equilibrio entre las necesidades inmediatas o a corto plazo y las inversiones a largo plazo.
Este tipo de recomendaciones no son exclusivas para gobiernos o programas de asistencia ya que un entorno climático hostil representa una amenaza para las industrias y obliga a tener una mirada más sostenible del negocio.