La proteína encierra grandes posibilidades. Ya sea carne roja o blanca, procesada para el consumo humano o para alimentos de animales, merece la pena hacer un esfuerzo por obtener la máxima cantidad posible de materia prima comercializable. Pero este negocio implica ciertos riesgos.
Por un lado, los derivados de la carne para su procesado procedentes de mataderos suelen contener materiales extraños que pueden ser tan difíciles de detectar que logran colarse en la línea de procesado y llegan al producto final. Por otro lado, cuando se transforma carne procesada en comida seca para animales, los distintos tipos de procesados pueden contaminarse fácilmente entre sí. Esto supone que el producto final empaquetado acabe incluyendo ingredientes no especificados o materiales extraños. Y si un posible producto perjudicial acaba en las manos de un cliente, causando descontento, puede con una simple frase en su móvil o en sus redes sociales, dañar el prestigio de la marca rápidamente.
Estos riesgos hacen que para las empresas procesadoras resulte fundamental contar con un sistema de control eficaz que proteja la seguridad alimentaria y la calidad del producto. Asimismo es clave reducir el desperdicio de alimento para mejorar la sostenibilidad y la rentabilidad. Está claro que estos factores siempre han tenido gran importancia, pero el cambio a expectativas más exigentes de los clientes, hacen que ahora sea más importante que nunca prestarles una especial atención.
Los retos y los beneficios del procesado de carne están aumentando por dos grandes motivos. El primero es que los consumidores son ahora mucho menos tolerantes a las imperfecciones en los alimentos que compran, tanto para sí mismos como para sus mascotas. El segundo, que la demanda de alimentos de alta calidad ricos en proteína está experimentando un rápido crecimiento, tanto para personas como para animales.
Cuando una procesadora adopta las soluciones de clasificación TOMRA por primera vez, descubren que pueden mantener una alta calidad de manera constante evitando desvíos de calidad de sus productos. Un buen ejemplo de ello es JG Pears, procesadora líder en subproductos de origen animal y restos de alimentos en el Reino Unido, que produce distintos alimentos y grasas para la industria de procesados para animales. Craig Harrison, Jefe de Centro de la compañía afirma lo siguiente: "Los reclamos que recibíamos de nuestros clientes se han reducido significativamente. Los residuos y cuerpos extraños en el material son muy escasos. Nuestros clientes de siempre ya han comprobado la diferencia en el producto acabado, y recibimos el interés de posibles clientes nuevos que nos hacen consultas sobre nuestros productos".
Además de tener a sus clientes contentos, las máquinas de clasificación TOMRA también constituyen una llave que puede abrir la puerta a nuevas oportunidades. Uno de los muchos directivos que lo afirma es Andy Kettle, Director General de GA Pet Food Partners, mayor fabricante europeo de alimentos secos premium para animales. Andy comentaba: "La tecnología TOMRA nos ha ayudado a abrirnos a nuevos mercados a los que, hasta entonces, no habríamos podido acceder. Para mí, ha sido una de las mejores inversiones que ha hecho la compañía en los últimos tres o cuatro años".