El género Brassica pertenece a la familia Brassicaceae y está integrado por un gran número de especies y cultivos con una gran diversidad de características morfológicas. Actualmente este género está formado por 37 especies, las cuales tienen usos tan variables como la alimentación humana y animal, la industria o la ornamentación.
Este género presenta además una gran variabilidad tanto de formas como de productos; sin embargo, la importancia económica se centra de manera casi exclusiva en seis especies.
Una de estas especies es Brassica oleracea, en la cual se engloban los cultivos agrícolas de mayor distribución mundial de este género. Esta especie limita su aprovechamiento a los tejidos epicotilares vegetativos (berzas, repollos) y fructíferos (brécol y coliflor). La mayoría de los cultivos de B. oleracea tienen un uso hortícola y sus partes verdes se consumen en crudo o cocinados.
Un gran número de estudios epidemiológicos ha demostrado que un consumo regular de vegetales en general y, de brásicas en particular (grelos, berzas, repollo, coliflor o brécol, entre otros), ayuda a la disminución del riesgo de padecer diferentes tipos de cáncer y otras enfermedades crónicas, incidiendo favorablemente en la mejora de la calidad de vida de las personas. Este efecto beneficioso para la salud humana ha sido atribuido, en parte, a la presencia de ciertos metabolitos secundarios denominados compuestos bioactivos que, aunque en un principio se clasificaron como simples productos de desecho, actualmente se les considera importantes por sus numerosas y complejas funciones biológicas, además de tener un impacto significativo
en la salud humana.
Entre los compuestos bioactivos presentes en los cultivos de brásicas destacan de modo especial los glucosinolatos (GSLs) y diversos compuestos con actividad antioxidante, entre los que se incluyen los carotenoides y compuestos fenólicos. En los últimos años, se ha demostrado que la ingesta de estos compuestos ayuda a proteger a las células contra el daño oxidativo, induce la detoxificación de enzimas, estimula el sistema inmune y reduce el riesgo de padecer enfermedades degenerativas o cardiovasculares.
Los cultivos del género Brassica destacan por su alto contenido en compuestos antioxidantes. La capacidad antioxidante de las brásicas es alta comparada con la de otras hortalizas; de hecho, el brécol y las coles destacan entre otros cultivos superando a la espinaca o a la zanahoria, entre otros. Debido a la complejidad de la composición en antioxidantes de los distintos extractos vegetales y de las diferentes interacciones sinérgicas entre los diferentes compuestos, la separación y estudio de cada compuesto individual son muy costosos e ineficientes.
En su tesis doctoral en la Universidad de vigo, Tamara Sotelo Perez, comprobó que el hecho de alterar la concentración de un GSL en particular tiene un efecto sobre el resto de GSLs de la planta ya sea en mayor o menor medida, principalmente en aquellos implicados en la misma ruta de síntesis. Los efectos indirectos observados en las selecciones de los dos GSLs alifáticos (SIN y GIB) sobre el resto de GSLs de la planta sugieren que los diferentes alelos del locus GSLALK podrían ser los responsables de la variación de la concentración a través de los ciclos de selección. Además, los resultados apoyan también la hipótesis de que el locus GSL-ALK controla indirectamente la variabilidad del GSL indólico GBS, indicando un cruce o relación entre ambas rutas de biosíntesis.
Como conclusión, los datos aportados en este trabajo pueden ser de gran utilidad para profundizar en el conocimiento acerca de la síntesis y regulación de los compuestos biosaludables en los cultivos de B. oleracea.
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