¿Te imaginas recibir un salario por probar alimentos antes de que lleguen al supermercado? Aunque suene a un sueño, esta es la realidad diaria de los Maestros Sensoriales, una profesión poco conocida pero clave en la industria alimentaria.
En Brasil, fábricas como Seara, una de las mayores productoras de alimentos del país, confían en estos expertos para garantizar la calidad de más de 700 productos, desde embutidos hasta comidas preparadas.
Estos profesionales forman parte de una disciplina llamada Ciencia Sensorial, que combina estadística, biología y bioquímica para estudiar cómo percibimos los alimentos a través de nuestros sentidos. Es una ciencia aplicada que traduce lo que sentimos al probar un producto en datos objetivos que ayudan a las fábricas a mejorar texturas, aromas, sabores y hasta el sonido de un crujido.
Uno de los rostros más conocidos de esta profesión es Rosane Souza, quien lleva más de 25 años como Sensory Master en Seara. "Nuestro trabajo es muy similar a la percepción del consumidor. Evaluamos cada etapa del producto para asegurar que sea visualmente atractivo, fácil de manipular y con un sabor equilibrado", explica.
La rutina de Rosane está lejos de ser simple. Su día comienza con la preparación del ambiente para realizar pruebas sensoriales: se controla desde la temperatura del alimento hasta el número de segmentos que se cortan para cada muestra. Junto al equipo técnico, participa en sesiones de cata donde se evalúan atributos como sabor, textura, color, aroma y jugosidad. Actualmente, se enfoca en probar distintas formulaciones de salchichas para barbacoa, buscando siempre la combinación perfecta que satisfaga al consumidor final.
Detrás de este riguroso trabajo existe formación especializada. En Seara, por ejemplo, se creó la Academia de Maestros Sensoriales, una especie de escuela interna que ya ha capacitado a más de 370 profesionales y contratado a 90 de ellos. Durante una semana intensiva, los aspirantes pasan por pruebas de percepción para demostrar que tienen los sentidos afinados: olfato, gusto, vista, tacto e incluso oído (sí, el sonido de un alimento crujiente también cuenta).
La evaluación no se detiene en el sabor. El empaque del producto también forma parte del análisis sensorial: debe ser funcional, fácil de abrir y preservar las características del contenido hasta el momento del consumo.
A pesar de su importancia, la carrera de Sensory Master es aún poco conocida fuera del ámbito industrial. Sin embargo, es un rol que tiene cada vez más peso dentro de las empresas, especialmente en un contexto donde los consumidores buscan experiencias gastronómicas más sofisticadas, naturales y coherentes con sus expectativas sensoriales.
Además, estos expertos trabajan codo a codo con los equipos de investigación y desarrollo para ajustar formulaciones, incorporar nuevos ingredientes o adaptarse a tendencias emergentes. No se trata solo de mantener la calidad, sino de anticipar lo que el mercado quiere.
Así, el trabajo de Rosane y otros profesionales sensoriales asegura que cada alimento que llega a tu mesa no solo sea seguro y nutritivo, sino también placentero en todos los sentidos.