En América Latina, las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la principal causa de muerte. Sin embargo, en países como México, se observa un creciente compromiso tanto desde el sector público como de la industria alimentaria para promover hábitos más saludables que ayuden a reducir estos riesgos.
Las empresas de alimentos, influenciadas por políticas de salud y una ciudadanía más consciente, están reformulando productos, reduciendo sodio, azúcares añadidos y grasas saturadas, mientras ofrecen opciones más alineadas con un estilo de vida cardioprotector.
De la mano de instituciones como la American Heart Association (AHA) y con el respaldo de profesionales en nutrición, se han establecido diversas pautas para orientar tanto a consumidores como a productores hacia elecciones más responsables. En este contexto, la dieta DASH (Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión) se posiciona como una de las más recomendadas.
A continuación, se presentan 13 prácticas clave para mejorar la salud cardiovascular, con el respaldo de especialistas y que también están influyendo en la manera en que se produce, etiqueta y comercializa la comida en la región:
Reducción de sodio: Uno de los mayores retos en la industria es disminuir el contenido de sal sin sacrificar el sabor. La AHA sugiere no exceder 2,300 mg al día (ideal: 1,500 mg), por lo que muchos productos en México ahora llevan etiquetas de advertencia sobre exceso de sodio.
Menos ultraprocesados: La tendencia es clara: reducir el consumo de productos industrializados como galletas, frituras o embutidos, que suelen ser altos en grasas trans y conservantes.
Control de azúcares añadidos: El etiquetado frontal en alimentos y bebidas azucaradas ha llevado a muchos fabricantes a reformular sus productos para reducir el contenido calórico y de azúcares.
Fomento de frutas y verduras: En mercados y supermercados mexicanos se impulsa el consumo diario de estos alimentos esenciales para las arterias.
Granos enteros y semillas: Avena, arroz integral, linaza o nueces ahora forman parte de nuevas líneas de productos con mayor contenido de fibra y menos procesados.
Proteínas saludables: Pescado, legumbres y carnes magras están siendo incluidos en planes alimentarios empresariales, escolares y familiares como fuente principal de proteína.
Uso de especias y hierbas: La sustitución de sal por condimentos naturales no solo es una recomendación nutricional, también se ha convertido en una estrategia culinaria adoptada por cocinas saludables.
Menor consumo de alcohol: La moderación o eliminación del alcohol es parte esencial en cualquier estrategia preventiva.
Composición corporal: Evitar el sobrepeso, especialmente la grasa abdominal, es clave. La industria del bienestar ha respondido con productos bajos en calorías y controlados en grasa.
Actividad física: En México y otros países, hay campañas que incentivan moverse al menos 150 minutos a la semana como parte de una vida saludable.
Gestión del estrés: Desde apps hasta programas empresariales de bienestar emocional, hay más conciencia sobre su impacto en el corazón.
Presión arterial bajo control: Se promueve el monitoreo regular, incluso con dispositivos caseros.
Etiquetado claro: Comprender lo que se consume es vital. Por ello, el etiquetado nutricional ha cobrado protagonismo, especialmente en México, donde es obligatorio informar sobre azúcares, sodio y grasas en exceso.
La salud cardiovascular ya no es solo una responsabilidad individual; es un compromiso colectivo donde la industria alimentaria tiene un rol clave. México lidera este cambio en Latinoamérica, marcando el camino hacia una alimentación más consciente y un corazón más fuerte.