La República Dominicana, reconocida históricamente como el principal exportador de banano orgánico hacia Europa, enfrenta hoy un nuevo escenario competitivo. En la última década, el país pasó de ocupar el primer lugar a situarse en el tercer puesto, superado por Costa Rica y Ecuador, dos gigantes regionales en producción y logística.
Pese a este retroceso, los productores dominicanos ven una oportunidad estratégica en la industrialización de la fruta para acceder a mercados de gran potencial como Rusia y China.
Durante el XXVII Encuentro Nacional de Líderes del Sector Agropecuario, celebrado en Bávaro, La Altagracia, el presidente de la Asociación Dominicana de Productores de Banano (Adobanano), Gil Blas Martínez, afirmó que el futuro del sector dependerá de su capacidad de transformación. “El banano fresco no puede llegar en condiciones óptimas a destinos lejanos como Rusia o China debido a la distancia y los costos logísticos, pero a través de la pulpa, chips y derivados industrializados, la República Dominicana puede conquistar esos mercados”, aseguró.
Potencial comercial en Asia y Europa del Este
El mercado del banano industrializado se encuentra en plena expansión. De acuerdo con cifras de Allied Market Research, el sector mundial de snacks de frutas deshidratadas y chips mueve más de USD 8.000 millones anuales, con una proyección de crecimiento de 5 % anual hasta 2030. En el caso de Rusia, la demanda de fruta procesada creció un 20 % en cinco años, mientras que China, con más de 1.400 millones de consumidores, lidera el consumo de pulpas y jugos tropicales para la industria alimentaria y de bebidas.
Para la República Dominicana, que actualmente exporta más de USD 300 millones en banano fresco al año, la industrialización podría duplicar el valor agregado de la fruta y reducir la dependencia del mercado europeo. El Caribe y Centroamérica ya muestran experiencias exitosas en este ámbito, y el país caribeño cuenta con ventajas clave: reconocimiento internacional como productor orgánico, certificaciones de calidad e inocuidad y proximidad logística a Estados Unidos, el mayor importador mundial.
Desafíos estructurales
No obstante, el sector enfrenta retos significativos. El expresidente de Adobanano, Salvador Estévez, advirtió que gran parte de las plantaciones del país tienen entre 25 y 35 años de antigüedad, lo que impacta directamente en la productividad. Renovar estas áreas sería clave para elevar la competitividad y responder a la creciente demanda global.
Otro obstáculo es el costo de los insumos agrícolas. Los fertilizantes han incrementado sus precios en más de un 40 % en los últimos tres años, afectando los márgenes de los productores. A esto se suma la necesidad de infraestructura: Estévez subrayó la urgencia de construir una cadena de frío en el puerto de Manzanillo, donde el tiempo de permanencia de los barcos pasó de tres días a solo 24 horas, complicando la logística de exportación.
Calidad como ventaja competitiva
A pesar de estos desafíos, el banano dominicano mantiene una ventaja clave: su reputación de calidad. El sector opera bajo entre cinco y seis certificaciones internacionales, como GlobalG.A.P., Fairtrade y Rainforest Alliance, que funcionan como “pasaportes” para garantizar el acceso a los mercados más exigentes. Estas certificaciones no solo permiten sostener los destinos actuales en Europa, sino que también abren puertas en Asia y Medio Oriente, donde la trazabilidad y la inocuidad son factores decisivos.
Mirada al futuro
Con una estrategia que combine renovación de plantaciones, industrialización, fortalecimiento logístico y certificaciones de calidad, la República Dominicana puede reposicionarse en el mapa global del banano. Rusia y China representan la nueva frontera comercial para un sector que busca reinventarse y pasar de exportar fruta fresca a convertirse en un proveedor internacional de productos de valor agregado.