La sequía sin precedentes que sufre Brasil está poniendo en peligro las cosechas de café, azúcar y soja.
La vegetación muerta está dando paso a incendios forestales, lo que provoca un aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera y la desaparición de más área de la selva amazónica.
En un periodo de seis meses, las plantaciones de café de José Orlando Cintra Filho no han recibido ni una gota de lluvia. Las flores blancas que suelen augurar una buena cosecha de arábica, el grano predilecto de cadenas como Starbucks, aún no han brotado.
En su lugar, los árboles han comenzado a marchitarse. Cintra Filho, consciente de que sus reservorios de agua eran insuficientes, optó por suspender el riego y podar algunas ramas antes de lo habitual. La cosecha del próximo año ya se encuentra comprometida.
“Llevo 36 años en el negocio del café y nunca había pasado por esto”, afirma Cintra Filho, rodeado de árboles marchitos en una zona cafetera conocida como Mogiana Paulista. La crisis actual no solo afecta el café, sino que también las cosechas de azúcar y soja están en riesgo. La vegetación muerta ha contribuido a incendios devastadores, expulsando más gases contaminantes y amenazando la Amazonía. Los ríos clave, que transportan un tercio de la soja brasileña, están comenzando a secarse.
Consecuencias económicas de la gran sequía en Brasil
El impacto de la sequía se extiende más allá de las fronteras de Brasil, dado que este país es uno de los mayores exportadores agrícolas del mundo. Cualquier problema en su sector agrícola puede tener repercusiones en los precios de alimentos a nivel global. Este problema es especialmente agudo debido a que, según Bráulio Borges, economista senior de LCA Consultores en São Paulo, el país ha estado enfrentando sequías “crónicas y severas” desde 2012.
Estas condiciones han resultado en pérdidas de entre el 0.8 y el 1.6 por ciento del PIB cada año. Aunque el gasto fiscal impulsó el crecimiento en lo que va del año, los problemas prolongados con las precipitaciones han “sacado crónicamente más del 10% del crecimiento acumulado desde 2012 hasta ahora”. Casi el 60% del territorio brasileño ha sufrido algún grado de sequía desde finales de 2023.
Esta situación se presenta como una de las problemáticas ocacionadas por el cambio climático que está alterando vidas y economías de países enteros. Por ejemplo, en Zambia, los hogares solo reciben tres horas de electricidad al día debido a la sequía histórica que afecta al país, dependiente de la energía hidroeléctrica.
En agosto, Ghana prohibió la exportación de ciertos granos para evitar una escasez alimentaria ante la falta de lluvias. Mientras tanto, Grecia enfrenta su peor temporada de incendios forestales en dos décadas.
“Brasil es un país relevante en el sentido de que, cuando se ve afectado por una gran sequía o una helada significativa, los precios internacionales pueden verse impactados”, señala Marcos Jank, profesor senior de agronegocios globales en Insper. “El mundo no depende únicamente de Brasil, pero la falta de producción en productos clave como soja o azúcar definitivamente puede influir en los precios internacionales”.
Aumento en los costos alimentarios
Los hogares en todo el mundo están sintiendo el efecto de la crisis que se desarrolla en Brasil, país que provee un tercio del café y la mitad del comercio de azúcar del mundo.
Si bien se esperan lluvias en octubre que podrían aliviar los cultivos, las preocupaciones por la posible devastación de la cosecha del próximo año ya han causado un aumento del 11% en los futuros del café arábica en septiembre, con precios que alcanzaron su nivel más alto en 13 años durante ese mes. En los primeros días de octubre, esta tendencia se ha enfriado un poco.
Los precios del tipo de café más barato, el robusta, también han aumentado, lo que ha llevado a empresas y consumidores a enfrentar costos más altos. Los minoristas, especialmente en Europa, donde nuevas regulaciones sobre la deforestación podrían agravar la escasez, han estado luchando por asegurar el suministro de granos.
“Estamos seguros de que tendremos problemas con la producción en 2025”, advierte Antônio de Salvo, presidente de la federación agrícola de Minas Gerais, el mayor estado productor de café en Brasil. “Simplemente no sabemos todavía cuán grande será la pérdida”.
El suministro de azúcar también enfrenta amenazas. Las cosechas de caña de azúcar, ya afectadas por incendios forestales récord en el principal estado productor de São Paulo en agosto, han sufrido severas pérdidas.