En las últimas semanas la industria frigorífica en Uruguay ha estado en el centro de atención.
El tema cobró relevancia ante el anuncio de la adquisición por parte de Minerva Foods de algunas de las plantas pertenecientes al grupo Marfrig, generando una importante concentración en la industria, cuya magnitud puede afectar enormemente al sector y a los actores involucrados, y transformar el negocio desde la lógica de la realidad nacional. Actualmente se está a la espera de los resultados del pronunciamiento de la Defensa de la Competencia.
Relevancia estratégica que trasciende el tiempo y la frontera
El sector cárnico siempre tuvo relevancia estratégica para el país siendo parte de todas sus etapas y su desarrollo. Y de alguna forma podemos destacar que también es una dimensión fundamental de la inserción internacional que ha tenido el país como productor de alimentos de calidad, con importantes niveles de valor agregado pudiendo posicionarse en mercados claves a pesar de los costos de aranceles y barreras sanitarias.
Uruguay llega hoy con carne y derivados a más de 100 destinos, destacándose China, EE.UU. y la Unión Europea, entre otros.
Peso en la economía
La actividad ganadera forma parte del sector agropecuario, que en Uruguay representa entre el 6% y el 7% del PIB para las estimaciones realizadas entre los años 2015-2019. Pero existen fuertes encadenamientos y una presencia fuerte a nivel de la cadena, de forma que al incluir los subsectores e industrias asociadas a la misma el peso crece. Es así que lo que suele denominar sector agroindustrial tiene una contribución que llega al 16% del PIB para los que fueron las estimaciones que se realizaron para el mismo periodo mencionado.
Pero a su vez no se agota en esto, de hecho, la agroindustria genera derrames sobre otros sectores, con encadenamientos hacia atrás muy importantes. Esto implica que cuando se da un aumento en la actividad industrial, por ejemplo, con un aumento de las exportaciones o una mayor valoración de las mismas, existe una mayor demanda de servicios asociados y este nivel de encadenamiento no solo no es despreciable, sino que tiene impacto.
Exportaciones
Uruguay exporta carne a más de 100 destinos y es uno de los principales productos exportados. Pero entre la realidad de los mercados internacionales, la situación cambiaria y la sequía, el sector se enfrenta muchas dificultades. Además, no podemos dejar de mencionar que se trata de una actividad que necesita escala y se vienen multiplicando las necesidades de diversificación, agregados de valor y diferenciación fundamentalmente en temas que tienen que ver con lo ambiental y la calidad de los alimentos.
En lo que refiere a las ventas al exterior en 2023, se viene viendo una baja con respecto al 2022 en estos primeros 10 meses del año por las razones mencionadas, en especial el contexto de fuerte pérdida de competitividad de nuestro país por el atraso cambiario.
De acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Carnes (INAC) en base a información de Aduanas y de Uruguay XXI, nuestro país exportó en 2022 un total de 691.984 toneladas correspondiente al total de productos provenientes del sector cárnico, siendo un 4% menor al del 2021.
De acuerdo al informe anual de exportaciones del organismo de Promoción de Exportaciones para el 2022, la carne bovina disminuyó 7%, la carne ovina -21%, las menudencias -12% al tiempo que los subproductos para uso industrial aumentaron 27%. En divisas, este volumen exportado por el sector generó ingresos totales de US$ 3210 millones, convirtiéndose en un récord histórico de ingreso de divisas por parte del sector cárnico; superando el monto más alto registrado hasta este momento en 2021.
En los hechos fue un incremento de US$ 163,1 millones de ingresos, lo que indica una variación de 5% respecto a 2021 y 66% respecto a 2020 que fue el año de impacto de la pandemia. En la actualidad representa el segundo rubro de exportación.
Si vamos a los últimos meses, en lo que va del 2023 en términos acumulados, las exportaciones sumaron US$ 1479 millones de acuerdo al informe de setiembre de 2023. Esto marca un descenso de 27% en comparación con el mismo período de 2022, explicado por una baja de 31% en las colocaciones en China en comparación con setiembre de 2022, pasando de US$ 113 millones a US$ 79 millones.
A nivel de los mismos informes de análisis que tomamos de referencia y analizando en profundidad es sencillo identificar que a pesar de la diversidad de destinos y los nichos que ocupa la producción, “se exporta en condiciones desfavorables respecto de la competencia”. Inclusive en destinos de gran relevancia como EE.UU., China y la UE.
De alguna forma es una necesidad seguir profundizando y buscando alternativas a la estrategia de inserción comercial lo que va desde una importante lógica de inteligencia comercial y búsqueda de acuerdos, hasta la mejora continua en términos de innovación, calidad, productividad y cumplimiento de estándares fitosanitarios.
En todos estos temas Uruguay tiene un importante valor acumulado, pero también cabe destacar que es un espacio que requiere una adecuación permanente, en que la competencia juega en el destino. Además, se está dando una reconfiguración del sector que va hacia la concentración y la búsqueda de alternativas en cuanto a la diversificación del negocio, agregados de valor en la producción y generación de diferenciales en cuanto certificaciones e innovación aplicada a la calidad, productividad y mejores prácticas.
La concentración ha sido una tendencia, pero hay diferentes etapas y el proceso tiene algunas complejidades
La tendencia hacia la concentración de la industria no es de ahora. Parte importante del desarrollo del sector es el resultado de la misma y existen procesos que se dan que a veces son muy difíciles de evitar.
De alguna forma, hay diferentes procesos que afectan de forma diferencial. Lo que más preocupa es que se trata de un proceso de negociación y concertación entre los grupos de mucho peso a nivel internacional en el negocio, que responden a fondos globales con presencia e intereses que abarcan la competencia, los destinos y otras dimensiones y con espaldas bien diferentes a lo que son los productores, los servicios y los proveedores y hasta otras empresas del sector de tipo nacional y regional.
La institucionalidad y la impronta nacional son de relevancia desde varias aristas
Sin dudas el mayor valor es la capacidad que ha tenido la institucionalidad de la carne y del sector agropecuario en general de tener una impronta relevante en lo que hace a la configuración de un sector de destaque conviviendo con una diversidad de actores.
También están las instituciones que han generado la posibilidad de dar un rumbo estratégico, con una capacidad de análisis, participación y generación de herramientas de transparencia y una mejora de capacidad de negociación en todos los niveles. El INAC es una de estas tantas instituciones.
Si bien el mundo ha cambiado, el sector cárnico es un diferencial, pero además hoy ya no juega solo, hay una realidad de las tierras, otras actividades a nivel de agricultura y de cadena y servicios que son claves.
No habría que agotar la mirada en la sola concentración sino en las alternativas que la misma impone a nivel de trabajadores, empresas nacionales que aportan a una lógica de soberanía y que ha hecho esfuerzos de relevancia y en la mirada de la producción ganadera familiar que diferencia a Uruguay.