La Asociación Salvadoreña de Industriales considera una desventaja a la baja producción de materias primas. La gremial reconoce los problemas generados por el cambio climático en el país.
La producción de alimentos está en crisis en El Salvador. Y esta se ha agravado en los últimos años. Según los datos recogidos por la Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (CAMPO), en el ciclo 2023-2024, los agricultores del país produjeron alrededor de 17.2 millones de quintales de maíz, frijol, maicillo y arroz.
Esta es la menor cifra de producción en siete años, según los datos de esta gremial, la única que los recoge dado que desde el gobierno no existe un consolidado estadístico de producción agrícola. Si bien que no se generen los suficientes alimentos dentro del país repercute en un aumento sostenido de precios, que afecta el bolsillo de todos los salvadoreños, fuera de las organizaciones que representan a los pequeños agricultores, como CAMPO o la Mesa Agropecuaria Rural e Indígena, nadie parecía pronunciarse acerca de la situación.
Hasta ahora lo hace la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI). En el marco de la presentación de un evento sobre sostenibilidad, CRESA, su director ejecutivo, Jorge Arriaza, afirmó que la bajada en la producción de comida en El Salvador afecta, también al sector que representa, específicamente en lo relativo a la industria de alimentos, sobre todo en aquella que tiene vocación para el mercado internacional.
Según el líder gremial, esta situación impide que este rubro, que ha evolucionado aceleradamente en los últimos años, pueda seguir creciendo.
“Uno de los principales problemas que tiene el sector de alimentos es precisamente la falta de materia prima. En lácteos, en granos, en fruta. Hay que recurrir a los otros países de la región para poder adquirir esa materia prima. Muchas veces las exportaciones no crecen más porque no se tiene la capacidad de producir por ese tema”, comentó Arriaza.
John McCormack, director del Instituto de Acción Climática de la ASI y coordinador del CRESA 2024, señaló, por su parte, que un elemento importante en esta bajada en la producción nacional es el omnipresente cambio climático, que impide contar con condiciones atmosféricas precisas para que, por ejemplo, el grano crezca a sus anchas. La sequía del 2023, así como la posterior tormenta tropical Pilar, son los grandes ejemplos de un clima cada vez más extremo.
“Nunca vamos a olvidar, que uno de los impactos más grandes del cambio climático es en nuestra agricultura. Para mí el cambio climático es como aquella enfermedad que nosotros no la percibimos inmediatamente, pero que poco a poco nos va degradando”, dijo McCormack.
Mateo Rendón, coordinador nacional de la Mesa Agropecuaria Rural e Indígena, mira con buenos ojos la toma de posición de la ASI respecto a esta crisis en la producción de los alimentos, pues es una especie de “espaldarazo” para los representantes del sector agropecuario.
“Es interesante que ellos pongan eso en la mesa de debate. Porque es algo que no están haciendo otras grandes gremiales, como la ANEP (Asociación Nacional de la Empresa Privada) o CAMAGRO (Cámara Agropecuaria y Agroindustrial de El Salvador), que parecen estar bastante cómodas con la situación”, comenta Rendón.