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"Algas contra el metano" tecnología que nace en Australia y comienza a ganar terreno en América Latina

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En las tranquilas costas de Triabunna, en la isla australiana de Tasmania, se está gestando una revolución silenciosa pero poderosa en la lucha contra el cambio climático.

Allí, una granja marina de 1.800 hectáreas ha enfocado su producción en el cultivo de una alga roja llamada asparagopsis, capaz de reducir drásticamente las emisiones de metano generadas por el ganado. Esta innovación, que comenzó como un experimento en Australia, ya ha despertado el interés de países en América Latina como Chile y Argentina, que buscan soluciones sostenibles para uno de los sectores más contaminantes del agro: la ganadería.

Una solución natural para un gran problema
El metano es un gas de efecto invernadero al menos 25 veces más potente que el CO₂, y según la FAO, los rumiantes como vacas, ovejas y cabras son responsables de aproximadamente un tercio de las emisiones globales de metano, generadas principalmente por eructos y flatulencias.

La asparagopsis, alga nativa de las costas de Tasmania, ha demostrado ser altamente eficaz al incorporarse como suplemento en la dieta del ganado. Investigaciones lideradas por Fran Cowley, de la Universidad de Nueva Inglaterra (Australia), han confirmado que puede reducir hasta un 95% de las emisiones de metano en condiciones controladas.

El compuesto activo de esta alga, el bromoformo, actúa en el sistema digestivo de los animales para inhibir la producción de metano, sin afectar su salud ni comprometer la calidad de la carne o la leche. Aunque el bromoformo puede ser tóxico en grandes cantidades, su uso en dosis mínimas se considera seguro y no deja residuos en los productos de consumo humano.

Innovación sostenible con impacto global
La empresa australiana Sea Forest, dirigida por Sam Elsom, ha sido pionera en el cultivo y procesamiento de asparagopsis para la elaboración de suplementos ganaderos. Desde 2019, esta firma ha desarrollado un modelo de producción mixto, en mar abierto y en tanques en tierra, que permite optimizar las condiciones de crecimiento del alga mediante el control de luz, nutrientes y dióxido de carbono.

Actualmente, Sea Forest trabaja con socios como la lechera Ashgrove, la cadena de hamburguesas Grill’d y supermercados Morrisons en el Reino Unido. Pero la visión de expansión ya incluye nuevas fronteras en América Latina.

América Latina empieza a adoptar esta tecnología
Países como Chile y Argentina han comenzado a explorar la adopción de esta tecnología como parte de sus estrategias de reducción de gases de efecto invernadero. En Chile, varios centros de investigación en biotecnología marina están evaluando el cultivo de asparagopsis en las frías aguas del sur del país, similares a las condiciones de Tasmania. Mientras tanto, en Argentina, ganaderos de la región patagónica colaboran con universidades nacionales en pruebas piloto para introducir esta alga en la alimentación de su ganado.

Esta transferencia de conocimiento es vista como una oportunidad clave para modernizar la ganadería regional, mejorar su sostenibilidad y abrir nuevas rutas de exportación hacia mercados exigentes en normas ambientales.

Retos actuales y visión de futuro
A pesar del entusiasmo, el camino no está exento de obstáculos. El mayor reto es el alto costo de producción de la asparagopsis y la ausencia de incentivos o regulaciones específicas que exijan o recompensen la reducción de metano en el sector agropecuario.

“Necesitamos más apoyo gubernamental y mecanismos que faciliten el acceso a esta tecnología para los productores”, explica Cowley. “Aun así, este campo ha evolucionado mucho en solo una década. En cinco años podríamos ver soluciones más accesibles y con aplicaciones aún más diversas.”

Conclusión es el mar como aliado climático
La posibilidad de reducir emisiones ganaderas mediante el uso de algas representa una esperanza concreta para mitigar el cambio climático sin sacrificar la productividad agrícola. En este escenario, América Latina tiene mucho que ganar si se posiciona como líder regional en biotecnología agrícola, impulsando alianzas con iniciativas como Sea Forest.

Esta tecnología nacida en el océano puede convertirse en una de las herramientas clave para transformar la ganadería en una actividad más limpia, rentable y alineada con los objetivos globales de sostenibilidad. El futuro del agro puede estar, literalmente, en el mar.

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