“En medio de los desafíos que enfrenta la agricultura, el enfoque en la gestión del agua se vuelve crítico, especialmente con el cambio climático, por lo que, la adopción de sistemas de riego efectivos, la reutilización del agua y el uso inteligente de productos de protección de cultivos”, señala Luis Osorio, director ejecutivo de Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología (PROCCYT).
De acuerdo con Osorio, la sequía, una problemática aguda en México y a nivel global, ejerce una presión inmensa sobre los sistemas agrícolas y sus actores principales, incluyendo campesinos, autoridades, organismos especializados e iniciativa privada, que en conjunto representan el 8.3% del PIB nacional*.
La falta de lluvias prolongadas, combinada con una gestión inadecuada del agua en el campo, ha desencadenado estrés hídrico en los cultivos, disminuyendo la calidad del suelo y afectando negativamente los rendimientos agrícolas.
Por esto, el uso adecuado de productos de protección de cultivos, además de necesarios para el control de plagas, son cruciales para la conservación y el uso eficiente del agua. Por ejemplo, el glifosato, sujeto a controversias, ayuda a mantener la salud de los cultivos al eliminar malas hierbas, permitiendo que los cultivos absorban eficientemente el agua disponible, especialmente en épocas de sequía.
“Es esencial que las decisiones políticas y regulatorias sobre estos productos estén respaldadas por evidencia científica sólida y consideren los riesgos, especialmente en un contexto de escasez de agua y vulnerabilidad ambiental”, reiteró Osorio.
“Con una población estimada en 126 millones de personas para este año, la producción de alimentos en México aún no satisface la demanda y se mantiene por debajo de los 300 millones de toneladas. La prohibición del glifosato, aún en discusión, podría agravar esta situación”, señala el representante de PROCCYT.
Finalmente, Luis Osorio señaló que “una prohibición indiscriminada de productos de protección de cultivos podría afectar negativamente la seguridad alimentaria y económica del país. En un contexto donde la sequía ya está afectando la producción agrícola, restringir el acceso a estas herramientas podría aumentar las pérdidas de cultivos y poner en peligro la capacidad del país para alimentarse.
Se necesita un enfoque equilibrado que promueva prácticas agrícolas sostenibles y desarrolle políticas integrales para abordar los desafíos hídricos y climáticos que enfrenta México”.