El informe Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 señala que disminuye el hambre en América Latina y el Caribe, pero persisten las desigualdades.
El Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 refleja que en América Latina y el Caribe “el hambre y la inseguridad alimentaria han disminuido durante dos años consecutivos”, pero persisten “disparidades significativas entre las subregiones, que afectan de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables” como las mujeres y las poblaciones rurales.
“Aunque la asequibilidad de una dieta saludable ha mejorado, sigue teniendo el costo más elevado en comparación con otras regiones, y no está en camino de cumplir con la mayoría de las metas de nutrición”, indica el documento.
El Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 es una publicación conjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
El informe fue presentado este lunes 27 de enero, durante un evento virtual que contó con la intervención del subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin; del Dr. Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), de Karin Hulshof, directora regional interina de Unicef para América Latina y el Caribe, de María Dolores Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas en América Latina y el Caribe y de Rossana Polastri, directora Regional de la División de América Latina y el Caribe del FIDA. Tanto Castro como Polastri intervinieron desde Panamá.
«La reducción relativa a la prevalencia de la subalimentación y la inseguridad alimentaria moderada o grave se atribuye a la recuperación económica de varios países de la región, con un aumento del empleo y una disminución de la pobreza ypobreza extrema. Esto ocurrió tras el alza de los precios de la energía observados después de la pandemia de COVID-19, que benefició a los países exportadores de energía. Además, los sólidos sistemas de protección social permitieron unarespuesta rápidamente a los cambios, algo especialmente importante en un contexto de restricciones financieras». (*)
Panamá, entre los países con menos prevalencia de subalimentación
De acuerdo con el informe, “América Latina y el Caribe ha logrado considerables avances en la reducción del hambre durante los dos últimos años. La prevalencia de la subalimentación para 2023 se estimó en un 6,2 % para la región, lo que es significativamente inferior a la estimación mundial, y menor que el 6,9 % de 2021 y el 6,6 % de 2022, aunque sigue superando en 0,6 puntos porcentuales los niveles de 2019”. (*)
Al analizar la situación por países, Panamá figura entre los países con menor prevalencia de subalimentación en la subregión mesoamericana con 5,6%, después de Costa Rica (menos del 2,5 %), México (3,1 %) y Belice (4,6 %).
Honduras mostró una prevalencia de subalimentación del 20,4 %, seguido de Nicaragua con el 19,6 % y Guatemala con el 12,6 %.
Venezuela: 17,6% de subalimentación
En Sudamérica, la prevalencia de la subalimentación en el Estado Plurinacional de Bolivia fue del 23 %, mientras que en Venezuela y Ecuador afectó al 17,6 % y al 13,9 % de la población, respectivamente.
“Sin embargo, en Chile, Uruguay y Guyana, la prevalencia se estimó por debajo del 2,5 %, seguidos de Argentina (3,2 %), Brasil (3,9 %) y Colombia (4,2 %). En comparación con las cifras correspondientes al periodo 2014-2016, destaca el informe, Haití mostró el mayor incremento, con un aumento de 12,1 puntos porcentuales. Venezuela y Dominica también registran un aumento en la prevalencia de la subalimentación de 6,5 y 6,4 puntos porcentuales, respectivamente”.
El indicador de prevalencia de la subalimentación (PoU, por sus siglas en inglés) de la FAO “se obtiene a partir de datos oficiales de los países sobre el suministro de alimentos, el consumo de alimentos y las necesidades de energía alimentaria de la población, considerando características demográficas como la edad, el sexo y los niveles de actividad física. Está diseñado para captar un estado de privación crónica de energía, por lo que no refleja efectos temporales de crisis pasajeras ni la ingesta momentáneamente inadecuada de nutrientes esenciales (*) Es decir, es un indicador que mide cuántas personas no cuentan con la comida suficiente para satisfacer sus necesidades diarias de energía .
Retraso en el crecimiento en niños y niñas
Otro indicador importante que aporta el Informe se refiere al retraso en el crecimiento de los niños y niñas.
El documento destaca que “a pesar de los avances logrados en los últimos 20 años, los datos a nivel regional y subregional indican que la región no alcanzará la meta para la reducción del retraso del crecimiento en niños y niñas fijada para 2030, que apunta a una disminución del 40 % respecto a la línea de base de 2012”.
De manera positiva, entre 2012 y 2022, cita el informe, “la mayoría de los países de la región lograron disminuir esta prevalencia. Los países con mayor reducción fueron el Estado Plurinacional de Bolivia, Perú, Guyana y Panamá, con reducciones de 8,8, 8,5, 6,9 y 6,1 puntos porcentuales, respectivamente.
“En contraste, en Costa Rica, Argentina y Brasil, durante el mismo periodo, la prevalencia aumentó en 3,1, 2,4 y 0,9 puntos porcentuales, respectivamente. Si se consideran valores absolutos, Chile, Santa Lucía y Paraguay tenían la prevalencia de retraso del crecimiento más baja de la región en 2022 (1,6 %, 2,5 % y 3,4 %, respectivamente)”.