En un contexto donde la salud y la alimentación ocupan un lugar central en la vida de las personas, la necesidad de contar con información confiable y basada en evidencia científica es cada vez más urgente.
En este escenario, los edulcorantes bajos o sin calorías (EBC/ENC) se presentan como una alternativa segura y eficaz para quienes desean reducir el consumo de azúcar sin renunciar al sabor dulce. Pero, ¿son realmente seguros? La respuesta de la ciencia es clara: sí.
La seguridad de los EBC/ENC ha sido evaluada rigurosamente durante décadas por organismos científicos y regulatorios tanto a nivel global como regional. La Asociación Internacional de Edulcorantes (ISA), una organización sin fines de lucro con enfoque científico, destaca que estos ingredientes cuentan con un sólido respaldo de instituciones de renombre como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), y el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA).
Además, autoridades nacionales como la COFEPRIS en México, ANVISA en Brasil y ACHIPIA en Chile han revisado su uso y han confirmado su inocuidad para el consumo humano. Esta evaluación se basa en estudios toxicológicos, metabólicos y clínicos que permiten establecer una Ingesta Diaria Admisible (IDA), es decir, la cantidad que se puede consumir de forma segura todos los días durante toda la vida, incluso por niños, mujeres embarazadas o personas con enfermedades crónicas.
“La ciencia ya se pronunció: los edulcorantes bajos o sin calorías son seguros. Podemos confiar en ellos como una herramienta útil para reducir el consumo de azúcar sin renunciar al sabor dulce que nos gusta”, señala Laura Miranda, Coordinadora Regional de la ISA para América Latina.
Un control riguroso desde la producción
La inocuidad de estos ingredientes no depende únicamente de los estudios previos a su aprobación. Cada etapa del proceso de producción de los edulcorantes está sujeta a controles de calidad exigentes. Desde la selección de materias primas hasta la distribución final, se aplican normas de buenas prácticas de manufactura (BPM), sistemas de análisis de peligros y puntos críticos de control (HACCP), así como monitoreos continuos para asegurar que los productos cumplan con los estándares técnicos y sanitarios establecidos por la legislación vigente en cada país.
Este enfoque permite ofrecer productos que, además de ser eficaces para controlar el consumo calórico, cumplen con los más altos criterios de seguridad alimentaria, algo especialmente relevante en América Latina, donde el consumo actual de estos edulcorantes está muy por debajo de los límites máximos establecidos por las autoridades científicas.
Dulzura con respaldo científico
Lejos de ser una moda o un sustituto artificial sin fundamentos, los edulcorantes bajos o sin calorías representan una herramienta útil para el manejo dietético de enfermedades como la diabetes, la obesidad o afecciones cardiovasculares. También permiten a la industria reformular productos para hacerlos más saludables sin sacrificar el sabor que los consumidores valoran.
Con este objetivo, la ISA ha puesto a disposición de profesionales de la salud y medios de comunicación recursos informativos actualizados en español y portugués, como infografías, folletos y fichas técnicas sobre seguridad, regulación y consumo. Todo el material está sustentado en literatura científica y puede ser consultado para tomar decisiones basadas en datos.
Más allá del azúcar
Los edulcorantes bajos o sin calorías son parte de una nueva forma de pensar la alimentación: una que promueve elecciones informadas, basadas en evidencia y alineadas con objetivos de salud pública. Su control de calidad riguroso, el aval internacional y su creciente inclusión en productos reformulados los convierten en aliados clave en la transición hacia patrones de consumo más saludables.
Consumir dulce sin culpa es posible. Consumir dulce con ciencia, también.